“¡Legalice la mota!”, “¡justicia para mi hijo!”, “¡cancela el aeropuerto de Santa Lucía!”, “ayúdenos, el fiscal Gertz nos extorsionó”, “no me han pagado mi pensión”… se escuchó en la avenida Pino Suárez, al paso del presidente Andrés Manuel López Obrador. El mandatario caminó unos cuantos pasos desde la puerta lateral de Palacio Nacional a la entrada principal de la Suprema Corte para asistir al informe del ministro Arturo Zaldívar.
Nueve minutos antes de la una de la tarde, el jefe del Ejecutivo apareció en la calle Corregidora y, acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez, con la prudencia necesaria para ubicar con la mirada a quienes le hacían peticiones. Con el índice señaló a una integrante de su ayudantía para que atendiera a las personas, pero él mismo inclinaba la cabeza en señal de atención a los llamados de auxilio.
La colaboradora, parte del grupo de 18 jóvenes que lo auxilian día a día, se acercó a la señora Aidé Márquez, quien gritaba y lloraba suplicando al presidente ayuda para proteger a su hijo Juan Pablo Ruiz, actualmente en una cárcel del estado de México. El joven de 22 años fue sentenciado a 55 años de prisión, y su madre teme que adentro le hagan daño quienes lo acusaron de asesinato.
Otros de la misma ayudantía, el equipo que no se despega del mandatario –y por lo cual se les dice en serio y en broma que es el “nuevo Estado Mayor Presidencial”–, intentaban hablar con los hijos de Alejandra Guadalupe Cuevas Morán, de 68 años, quien desde hace 425 días está en la cárcel como presunta responsable de un caso en el que está involucrado el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, en origen por asuntos familiares. El fiscal es la parte acusadora en este litigio.
Hora y media después salió de la Corte y, con la misma expectativa de los transeúntes, las peticiones se tornaron variopintas, con gritos que se mezclaban entre el bullicio de la Plaza de la Constitución: “te amo”, “la gente confía en usted”, “justicia para mi hijo”... entre la gente y los reporteros se coló al frente una señora para hacerle llegar unos panquecitos hechos por ella misma para mostrarle –dijo– que sabe trabajar pero desde hace un año no le llega su pensión de adulto mayor.