Manila. Decenas de miles de personas fueron evacuadas el jueves a lugares seguros en el sur y el centro de Filipinas ante la llegada de un poderoso tifón, mientras las autoridades advertían a la población que evitara las multitudes tras la detección en el país de los primeros casos de la variante ómicron del coronavirus.
El reporte más reciente situaba al tifón Rai, con vientos sostenidos de 185 kilómetros por hora y ráfagas de hasta 230 kilómetros por hora, unos 175 kilómetros al este de la región septentrional de la provincia de Surigao del Norte. Avanzaba hacia el noroeste a 25 kilómetros por hora. Se esperaba que el tifón, llamado Odette en Filipinas, embistiera contra las Islas Dinagat, en el sureste del país, más tarde el jueves, según lo meteorólogos.
Varias provincias del sur y el centro del país quedaron bajo alerta de tifón. Se advirtió a la población que se mantuviera lejos de los poblados costeros y de baja altitud, así como otras zonas de riesgo por posibles inundaciones, aludes de tierra y mareas altas en la ruta del tifón o sus alrededores.
Había unos 10 mil poblados en la ruta de la tormenta, según responsables de gestión de emergencias. Las lluvias del tifón se extendían 400 kilómetros, señalaron, y era uno de los sistemas más fuertes que golpea el país este año.
Decenas de miles de vecinos de zonas rurales fueron trasladados con antelación a refugios de emergencia como escuelas, gimnasios y otros edificios del gobierno en evacuaciones voluntarias o forzosas, según las autoridades. La operación complicaba los esfuerzos del gobierno por desaconsejar las multitudes después de que las autoridades de salud detectaran la variante de ómicron en dos viajeros llegados al país desde Japón y Nigeria.
La Guardia Costera filipina dijo haber prohibido los viajes por mar en zonas de alto riesgo, lo que dejó varados a casi 4 mil pasajeros y trabajadores de cargueros y transbordadores en docenas de puertos del sur y el centro del país. Había personal y embarcaciones guardacostas en alerta, señalaron. Se cancelaron decenas de vuelos, la mayoría internos.
Filipinas es uno de los países del Sureste Asiático más golpeados por la pandemia, con más de 2.8 millones de contagios confirmado y más de 50 mil muertes. Las restricciones de cuarentena se han relajado y más negocios han podido reabrir en las últimas semanas, después de que una redoblada campaña de vacunación redujera las infecciones diarias a unos pocos cientos, respecto a los más de 26 mil durante un alarmante rebrote en septiembre.
Sin embargo, la detección de ómicron esta semana hizo sonar las alarmas y el gobierno reanudó sus advertencias de que la gente evitara las aglomeraciones y se vacunara de inmediato.
El gobernador de la provincia de Samar Oriental, Ben Evardone, dijo que había interrumpido de forma temporal las vacunaciones en su región de casi medio millón de personas debido al tifón que se avecinaba. Más del 70% de los vecinos de la provincia ha recibido al menos una vacuna contra el Covid-19, y Evardone expresó su preocupación por los retrasos en la campaña, ya que algunas vacunas almacenadas en Samar Oriental podrían caducar en unos pocos meses.
Sería difícil evitar el hacinamiento, señaló, debido al número limitado de centros de evacuación en su provincia, donde más de 32 mil personas fueron llevadas a lugares seguros.
“Es imposible cumplir el distanciamiento social, será muy duro”, dijo Evardone a The Associated Press. “Lo que hacemos es agrupar a los evacuados por familias. No mezclamos a gente distinta en el mismo lugar como precaución”.
Unas 20 tormentas y tifones golpean Filipinas cada año. El archipiélago también se encuentra en el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de actividad sísmica, lo que lo convierte en uno de los países del mundo más propensos a los desastres.