Ciudad de México. El Museo de Arte Moderno (MAM) reabrió tres de sus salas de exhibición después de permanecer cerrado durante seis meses, desde el pasado 13 de junio, con motivo de una primera etapa de remodelación, adecuación y mejoras en sus espacios.
Paisajes fragmentados, curada por Jorge Reynoso Pohlenz, revisa la producción artística mexicana entre 1975 y 1994, desde la inauguración del Museo Universitario del Chopo a la del Ex Teresa Arte Actual, en que se generaron instituciones para recibir manifestaciones de un arte que ya no se llama moderno, sino a veces “nuevo” o “joven”.
Esta exposición de 104 obras “tradicionales”, entre pintura, escultura, grabado y fotografía, se refiere a un momento “antes de que se consolidara la noción del curador y el concepto de arte contemporáneo”, entre la creación del Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud (Crea) y el establecimiento del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”, expresa Reynoso Pohlenz.
Los expositores son artistas que entonces tenían entre 20 y 30 años, así como sus maestros. Por mencionar algunos: Xavier Esqueda, Julio Galán, Eloy Tarcisio, Mónica Castillo, Yolanda Andrade, Marco Antonio Cruz, Armando Cristeto, Taller Documentación Visual, Adolfo Patiño, Gabriel Macotela, Alberto, José y Miguel Castro Leñero, Enrique Guzmán, Pablo Ortiz Monasterio, Carla Rippey y Zalathiel Vargas.
La primera parte de Paisajes fragmentados reúne obras cuyo denominador común es hacer citas o glosas al arte del pasado. Luego, hay una sección en la que obras de Francisco Castro Leñero e Irma Palacios, junto con las de Beatriz Zamora y Marta Palau, “discuten” lo abstracto y lo figurativo. Se trata de “búsquedas de estructuras pictóricas”.
Un tercer apartado versa sobre relaciones y reacciones al contexto social y político. Hay, por ejemplo, imágenes relacionadas con los sismos de 1985 y del alzamiento zapatista en Chiapas. Una cuarta sección tiene que ver con cuerpo e identidad. “Una cosa que traté de romper fue este estereotipo que ha resultado muy negativo, del neomexicanismo, que se creó como una especie de branding de mercado”, anota el investigador y crítico.
“Son artistas y temas que le interesaron a una serie de directores del MAM como, por ejemplo, Jorge Alberto Manrique y Teresa del Conde.”
Tiempos discontinuos, muestra curada por Brenda Caro, reflexiona sobre la pandemia de Covid-19 y la percepción de la temporalidad alterada por los cambios en las rutinas y los horarios. Propone un acercamiento al acervo del MAM a través de las relaciones con y en el tiempo. Articula obras a partir de cinco binomios temporales: lapsos/ciclos, instante/fugacidad, fragmento/memoria, entropía/caos y ensoñaciones/futuros posibles, con los cuales invita a los visitantes a interactuar con su propio tiempo, espacio y cuerpo, desde la potencia simbólica de las obras de arte.
La tercera exhibición, Indicios de una revuelta artística feminista, curada por Fernanda Ramos, expone los cruces entre el arte y el activismo feminista en la Ciudad de México. Recorre archivos, videos, fotografías y obras a modo de un diálogo intergeneracional, cuyas estrategias y conceptos van de la experiencia personal a la colectiva, de la denuncia de la violencia en el ámbito de lo privado a la toma del espacio público. También, de los estereotipos sobre lo femenino al desafío a una feminidad esencial y de la crítica de una identidad fija a la reflexión sobre las identidades de género.
La integran el trabajo de colectivas y artistas como Lourdes Grobet, Mónica Mayer, Magali Lara, La Revuelta, Pola Weiss, Tlacuilas y Retrateras, Ana Victoria Jiménez, Liz Misterio, Lía García (La Novia Sirena), Sofía Echeverri, Súper Disidencias, INVASORIX, Polvo de Gallina Negra, Grita Grieta Mía, Gabriela Zubillaga, Yolanda Benalba, Cerrucha y Dora Bartilotti.
Las tres exposiciones permanecerán hasta marzo de 2022 en el MAM, avenida Paseo de la Reforma y Gandhi, s/n, primera sección del Bosque de Chapultepec.