Hace cerca de 40 años que Occidente no tenía un nivel de inflación tan alto como el actual. Europa y América padecen aumentos de precios superiores a 5% y en el caso de México arriba de 7% anual. Además, hay algunas economías como la de Venezuela que viven procesos hiperinflacionarios.
La inflación afecta principalmente a los más pobres, pero cuando el aumento de precios se descontrola se producen grandes tragedias.
Uno de los casos más sonados de este fenómeno es el de Alemania entre la primera y la segunda guerras mundiales. La República de Weimar (nombre oficial del país en aquel momento) vivió una de las etapas más tristes de su historia que culminó con destrucción y millones de muertes.
Al perder el Imperio Alemán la Primera Guerra Mundial, los países ganadores le exigieron la reparación de daños, con costos multimillonarios. Para pagar y hacerle frente al gasto corriente, Alemania comenzó a emitir moneda sin respaldo alguno. Entre 1920 y 1923 el país vivió un acelerado aumento de precios, lo que se tradujo en devaluaciones, pérdida del ahorro, quiebra de empresas, caída del nivel de vida de los asalariados y escasez de materias primas y alimentos. Llegó un momento en que el papel moneda prácticamente no tenía valor.
Para que se tenga una idea del problema, el costo de la vida se multiplicó por 2 millones en un periodo de tres años. La devaluación en 1922 fijó el marco en 8 mil dólares, cuando antes era una relación de 60 a uno. En 1923 la situación empeoró. Una hogaza de pan costaba 3 mil millones de marcos y una cerveza 4 mil millones de marcos. Durante ese año se emitieron billetes de 10 mil millones de marcos para poder comprar lo indispensable.
El gobierno no asumió culpa alguna en este proceso. Señaló como responsables a las potencias ganadoras y la población orientó su descontento a banqueros y especuladores que concentraban la riqueza, muchos de ellos judíos.
El resultado es conocido: un grupo político, bajo el liderazgo de Hitler, aprovechó el descontento social y de ahí a la Segunda Guerra Mundial, sólo se dio un pequeño paso.
No hay duda, hay que controlar la inflación para evitar males mayores y por ahora lo que más preocupa es el caso de Venezuela