En una anodina asamblea nacional, que en términos numéricos, escenográficos, ideológicos y anímicos confirmó la condición disminuida de una agrupación antaño maridada con el boato y el estruendo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se dio a sí mismo un roperazo (también se usa la voz “rerregalo” y, en inglés, “regifting) al reiterarse socialdemócrata de centro izquierda luego de un largo coqueteo y manoseo tricolor de este término, lo cual no provocó ninguna alteración real en la bolsa mexicana de valores partidistas, pues a estas alturas a muy poca gente le importa que ese partido, que durante décadas fue hegemónico, bise o reacomode algo.
Además, uno de los puntos mediáticamente menos grisáceos fueron las piruetas concertadas para que el mentado PRI ahora se declare contrario al neoliberalismo, tratando de dejar atrás el saldo negativo de los sexenios encabezados por Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo (más la complicidad operativa durante la Docena Trágica del foxismo y el calderonismo).
Lo llamativo va del intento de evadir el juicio histórico sobre las desgracias causadas por ese neoliberalismo al oportunismo trienal que acopla el discurso tricolor a una de las banderas constantemente usadas por el Presidente de la República, quien suele dar por extinguida la etapa neoliberal en México.
La facción priísta más conciliadora o entregada al obradorismo (Alito Moreno, los Murat y Rubén Moreira, como capitanes de esa embarcación PriMorosa) pareciera dar un paso en su siempre multiforme definición ideológica para embonar con uno de los postulados de la autodenominada Cuarta Transformación (4T).
El “neoizquierdista” Moreira, que gobernó Coahuila en el periodo constitucional inmediatamente posterior a su hermano Humberto (con Jorge Torres como eslabón interino), se aventó una puntada en Twitter: “le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”. ¡Oh, sí: pobrecito PRI, secuestrado y torturado para que, enmudecido, aceptara ser neoliberal durante tres sexenios!
Habrá de verse si este nuevo encuadre (a cuyo parto no asistieron algunas de las figuras emblemáticas del pasado reciente, como Manlio Fabio Beltrones y Miguel Ángel Osorio Chong) abre camino a votaciones en pro de la reforma energética, en particular en cuanto a lo eléctrico y el litio.
Otro daño colateral de la asamblea nacional priísta realizada este sábado es que Alejandro Moreno, Alito, confirmó que se asume como potencial candidato presidencial de la coalición claudista de PRI, PAN y PRD. Como aliciente para sus eventuales votantes, el ex gobernador de Campeche, que perdió su propia sucesión a la que había postulado a un pariente, presumió sus prendas: “tres veces diputado federal, senador, gobernador, presidente del PRI, presidente del partido a nivel nacional (...) al final del camino lo que se necesita es un buen cuadro, un buen liderazgo para enderezar el rumbo del país”. ¡Toing!
La llegada a la Ciudad de México de migrantes procedentes en su mayoría de Centroamérica dará más visibilidad a sus demandas y hará más difícil la contención policiaca y militar, que se ha ido haciendo menos ruda conforme la caravana se acerca a los reflectores chilangos. Ayer, por ejemplo, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México hubo de intervenir para que los viajeros pudieran avanzar hacia la Basílica de Guadalupe, luego que una barrera de la fuerza pública trató de impedirlo.
Y, mientras en el país y el extranjero se lamenta la muerte de Vicente Fernández, tal vez el último de los ídolos del canto popular en México, personaje de claroscuros, admirado por su voz y entrega a la hora del espectáculo, pero también impulsor de estereotipos y practicante de conductas reprobadas por sectores del feminismo y la diversidad sexual, ¡hasta mañana!
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