Liverpool. Estados Unidos exigió ayer a Rusia que se retire de la frontera con Ucrania y aseguró que las potencias occidentales están dispuestas a imponer sanciones “masivas” a Moscú en caso de ataque, durante una reunión del G-7 en Reino Unido.
Presente en la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores del G-7, una responsable del Departamento de Estado estadunidense aseguró que aún era posible resolver la crisis con Ucrania “por medio de la diplomacia”.
De su lado, el Servicio Estatal de Guardia de Fronteras de Ucrania y la embajada estadunidense han puesto en marcha un proyecto de financiación de 20 millones de dólares, que Washington aportará para reforzar la frontera ucrania en el este y el norte del país, informó ayer el Ministerio del Interior en Kiev.
Washington anunció que enviará a su secretaria de Estado adjunta encargada de Europa, Karen Donfried, a Ucrania y Rusia del lunes al miércoles para buscar progresos diplomáticos a fin de poner fin al conflicto “aplicando los acuerdos de Minsk”.
Estos acuerdos, concluidos en 2015 para poner fin al conflicto que estalló un año antes entre Kiev y los separatistas prorrusos en el este del país, nunca se respetaron.
Pero si Rusia “decide no tomar esa vía, habrá consecuencias masivas y se pagará un alto precio”, advirtió Donfried, quien subrayó que el G-7 respalda esta postura a la que, aseguró, se unirán más “estados democráticos”.
Durante semanas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Estados Unidos y los líderes europeos han acusado a Rusia de querer invadir Ucrania, algo que el Kremlin niega.
El martes el presidente estadunidense, Joe Biden, habló con su homólogo ruso, Vladimir Putin, y le advirtió que Rusia se arriesgaba a “fuertes sanciones, incluidas las económicas” si intensificaba su acción militar en Ucrania.
Los jefes de las diplomacias de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido también mostraron su unidad frente a los que consideran “agresores” mundiales.
“Tenemos que unirnos con fuerza para hacer frente a los agresores que intentan limitar las fronteras de la libertad y la democracia”, señaló la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss. Aunque no nombró a estos “agresores”, estos dichos se enmarcan en las intenciones de Estados Unidos de conducir el G-7 hacia una estrategia occidental para frenar las ambiciones de China en el mundo.
Truss agregó que el “frente unido” ante los regímenes autoritarios necesita también profundizar en las relaciones económicas entre los países democráticos. “Debemos ganar la batalla de las tecnologías, “asegurándonos de que nuestras normas tecnológicas están establecidas por aquellos que creen en la libertad y la democracia”, insistió, en alusión a Pekín.
