Madrid. Santiago Muñoz Machado, jurista y escritor, dirige desde enero de 2019 la Real Academia de la Lengua (RAE), institución que vela por el habla de nuestro idioma y registra los cambios que va experimentando. Ahora está inmerso en una revolución tecnológica para adaptar a la institución al ritmo vertiginoso de los nuevos tiempos.
En la sede de la RAE se celebró el 70 aniversario de la Asociación de Academias de Lenguas Española (Asale), en una acto presidido por los reyes de España y en el que se reivindicó el panhispanismo.
En entrevista con La Jornada, el académico español auguró un futuro promisorio para la lengua, pero advirtió de la necesidad de convivir con más armonía con las lenguas indígenas, sobre todo de América Latina, históricamente maltratadas y marginadas.
–La Asale cumple 70 años, ¿qué importancia tiene este aniversario?
–Celebramos el trabajo de una organización que ha sido muy importante para la lengua española y que nació por una iniciativa mexicana en 1951, en el primer congreso de academias, y en el que se presentó una propuesta que todos atribuyen al ex presidente de México Miguel Alemán para la fundación de esta asociación. Es un hito histórico para la regulación del español, ya que antes de esto las academias colaboraban con la RAE en cosas puntuales y ayudaban en la elaboración del Diccionario o de la Gramática, pero con la formalización de la asociación se creó un sistema de trabajo habitual y metódico para resolver nuestros problemas de modo cooperativo e integral.
“Ha colectivizado el sistema de trabajo y nos ha permitido estar más atentos a la diversidad del español; defendemos la unidad del idioma, pero también la diversidad, porque nos parece que es un riqueza muy importante.”
–Además presentan la Crónica de 2021 para dar un diagnóstico de la situación del idioma...
–Es un libro que rinde tributo a la transparencia y con el que pretendemos dar a conocer al que lo quiera saber qué hacemos y por qué es importante. De modo que damos cuenta de los trabajos del año y del desarrollo de los proyectos que tenemos entre manos.
“Este año también nos hemos metido en una reflexión monográfica que tendrá continuidad, que es la concerniente a la situación del español. Sabemos que lo hablan 600 millones de personas en el mundo, y eso es un gran orgullo, pero no sabemos la calidad de ese español o si se están perdiendo rasgos característicos o si se está afeando o si las variaciones del español lo podría hacer no reconocible.
–En esa crónica también se preocupan por la convivencia del español con las lenguas amerindias, en el caso de América, y con las autóctonas, en el de España, ¿es así?
–Así es, para saber cómo estamos, sobre todo si se está produciendo un mestizaje muy intenso, que desde luego siempre es apreciable, y si se está produciendo un desplazamiento del español en beneficio de las lenguas. Los resultados son muy positivos en beneficio del español, pero también hay que proteger al resto de lenguas que, finalmente, también son nuestro patrimonio.
–El español es el idioma que coloniza al resto de lenguas amerindias, ¿no?
–En todos nuestros países el español es dominante, es la lengua de comunicación general. Además de ser la de legisladores, de la cultura dominante. Es verdad que hay una situación dominante, por eso hemos encontrado que hay una situación persistente, sobre todo en América, de que las ayudas que los gobiernos ofrecen a las lenguas originarias suelen ser más amplias que el español, como una forma de discriminación positiva que nos parece muy bien.
Un idioma sano
–¿A qué conclusión llega sobre la situación actual del español en general?
–A que es un idioma con mucha fortaleza, que está en crecimiento, un idioma muy abierto al mestizaje; es decir, que no tiene ninguna dificultad de incorporar vocablos de lenguas originarias americanas o del inglés. El español siempre ha sido un idioma mestizo y nos parece una manera de enriquecerlo. Nuestro Diccionario tiene 94 mil 400 entradas, si cada año incorporamos 10 que son procedentes de otros idiomas. Así que lo notamos sano y hay que recordar que las lenguas no cambian a gran velocidad, tiene evoluciones muy lentas y apreciamos que el español está muy estabilizado en sus formas, en su léxico y en su belleza.
–El abuso de palabras en inglés en el vocabulario técnico o empresarial, o incluso en la vida cotidiana, ¿es una amenaza?
–Me parece natural en los casos de las palabras técnicas, pues el inglés es el idioma de la ciencia. Luego hay algo de presunción en la utilización de palabras inglesas en la conversación de algunas clases empresariales, como si eso les diera la vitola de haber tenido formación en algún centro educativo anglófono. Pero creo que eso no es lo general y que la utilización estable de esas palabras en nuestro idioma no llega a consolidarse. Los neologismos que se estabilizan en nuestro idioma son alrededor de 10 al año y no pasa nada, porque finalmente esas palabras serán españolizadas.
–Con relación al lenguaje inclusivo, ¿cree que es un fenómeno que va de abajo hacia arriba; es decir, que la gente ya lo está utilizando de forma habitual, o más bien se trata de una pretensión de instituciones o autoridades?
–Creo que tiene que ver más con la política de integración y de igualdad. Es una manera de protestar contra la inequidad de las condiciones de las mujeres empleando un lenguaje que las reivindica en su opresión. En esa medida es como una bandera, muy legítima, por otra parte. No hay nada que decir y menos desde la RAE, ahora bien no sabemos si se va a extender ese modo de hablar. No tenemos un medidor de voluntades, pero cuando voy por la calle tengo la impresión de que no se ve a la gente hablando así, de modo que hasta ahora no ha tenido mucho éxito. Si algún día lo tiene, y hay que hablar de esa forma, la academia tomará nota, pues no imponemos la manera de hablar, simplemente tomamos nota de cómo se habla y lo traducimos en normativas cuando se ha generalizado.
–Ha habido malestar por la carga machista en las definiciones de algunas palabras del Diccionario. ¿La RAE vigila con más celo estas cosas?
–Tuvieron razón los que lo decían. Hablo en pasado porque era cierto que el Diccionario tenía muchas definiciones de profesiones que se identificaban con el varón y que se han cambiado. Desde hace años lo estamos enmendando, y todo eso ya ha desaparecido, así que nos parece que esa queja tenía razón históricamente, pero ya no.
–¿Pero no quedan aún muchas cosas por revisar?
–Pues no quedan muchas, aparecerá alguna, quizá, porque el Diccionario es muy grande.
–¿Y los señalamientos a escala institucional por ser la RAE un tanto machista?
–Eso es otra cosa y se refiere al número de mujeres que tiene la institución. Eso forma parte de la historia, pero en la actualidad esta academia tiene la voluntad de incorporar a mujeres cada vez que se pueda, pero para eso tiene que haber vacantes, que en este caso se producen cuando muere alguien, y la gente en la academia suele ser longeva.