En la gran Asamblea Popular que se reunió al finalizar el primer Congreso del PCC (22/12/75), como en los momentos decisivos, fueron sometidos a su aprobación los documentos que cambiaron tantas cosas en el desarrollo revolucionario: una constitución, un sistema nuevo de organización económica y el sistema electoral del Poder Popular. A pesar de la trascendencia de estos procesos que se instituían, la desbordante poblada gritaba sin cesar: ¡Fidel, a los yanquis dales duro!, esperaban ansiosos una definición sobre el secreto que a voces habían sostenido: la participación en Angola. Fidel dedicó profundas palabras y finalizó sentenciando: “¿Y con qué nos amenazan los imperialistas?, ¿con qué pueden amenazarnos?, ¿qué nos van a cancelar que no hayan cancelado inútilmente antes? Ahora pretenden prohibirnos que ayudemos a nuestros hermanos. No se olviden que nosotros no sólo somos un país latinoamericano, nosotros somos un país latino-africano. La sangre de África corre abundante por nuestras venas. De África como esclavos vinieron muchos de nuestros antecesores […] y muchos combatieron en todas las batallas libertadoras. ¡Somos hermanos de africanos y por los africanos estamos dispuestos a luchar! ¡Que lo sepan los racistas sudafricanos y los imperialistas, somos parte del movimiento revolucionario mundial y sin vacilación estaremos junto a los pueblos en lucha!, hay que ser cínicos para indignarse frente a nuestro apoyo, cuando han lanzado sin escrúpulo alguno a las tropas fascistas de Sudáfrica sobre el pueblo angolano”.
Cuatro meses y 27 días pasaron desde el desembarco de tropas hasta la expulsión de los invasores el 27 de marzo de 1976. Se cerraba la primera etapa de una larga batalla que duró 16 años. La segunda parte empezó prácticamente al día siguiente, porque detrás de las fuerzas oficiales FAPLA-Cuba, venían miles de guerrilleros del SWAPO de Namibia, del ANC de Sudáfrica y el ZANU de Rhodesia-Zimbabue, que establecieron campos de fortalecimiento cerca de la frontera. Del otro lado entrenaban todos los financiados por los colonizadores de África, realizando incursiones asesinas, como la del 4/5/78, cuando 15 aviones de Sudáfrica bombardearon un campamento de refugiados en Cassinga, soltaron paracaidistas y mataron a más de 600 personas y dejaron 450 heridos. Una agrupación de tanques logró llegar y hacer huir a los depredadores. Kissinger comentó: “Si los cubanos se meten en Rodesia, más tarde le tocará a Sudáfrica… es doloroso pero necesario, tendremos que asumir las aspiraciones africanas a pesar de las simpatías por los rodesianos blancos”. Esta observación la recogió Piero Gleijeses, profesor de la Universidad Johns Hopkins, en su libro Visiones de libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la lucha por el sur de África (1976-1991), un documentadísimo relato de esa gesta libertaria. Para 1980 se acordó la independencia de Zimbabue.
Con la llegada de Reagan al poder, la escalada se recrudece: declara a Cuba país terrorista, inicia la política del rollback, operaciones navales constantes en el Caribe, invade la isla de Granada. Paralelamente Sudáfrica intensifica los movimientos. Fue determinante 1987: los soviéticos, pese a las serias advertencias cubanas, dirigen una operación contra el mercenario Savimbi, que condujo al mejor batallón angolano a una emboscada fatal, tras la cual Sudáfrica desata una ofensiva total. Cuba decide en noviembre lanzar la operación Maniobra XXI aniversario de las FAR, entendiendo que debe ser contundente y definitiva. Se envía a las mejores tropas con 40 mil soldados y apoyo de aviones MiG-23 para eliminar el dominio aéreo sudafricano, que junto a 30 mil angolanos y 3 mil miembros del SWAPO namibio, cerraron el avance enemigo cerca de Cuito Canavale. Otra vez en cinco meses de feroces combates los sudafricanos se retiran, aunque siguen bombardeando. En julio de 88 aceptan finalmente un cese total de las operaciones y como resultado de la contundencia de Cuba, Estados Unidos se ve obligado a aceptarla en la mesa de negociaciones. En diciembre de ese año se firman los acuerdos de paz en la ONU. Cuba se fijó como estrategia definir totalmente el conflicto, garantizar la independencia de Namibia, garantizar la realización de los acuerdos de paz, retirarse solamente cuando Sudáfrica abandonara totalmente Namibia.
Así, en mayo de 1991, hace 30 años, en el Cacahual, frente al mausoleo del general independentista Antonio Maceo, hijo de Mariana Grajales primogénita de mulatos libres, la madre de la patria que hizo jurar a sus 14 hijos que lucharían por la libertad de Cuba, el general Raúl Castro informó “a nuestro pueblo y a usted, comandante en jefe, que la Operación Carlota ha concluido”. Los últimos 500 combatientes internacionalistas acababan de regresar a casa, “la gloria y el mérito supremo pertenecen al pueblo de Cuba, protagonista verdadero de esta epopeya que corresponderá a la historia aquilatar en su más profunda y perdurable trascendencia”. Nelson Mandela mismo señaló el acontecimiento como el viraje histórico hacia el fin del apartheid.
Este apretado recuento histórico es un pequeño homenaje a Fidel en el quinto aniversario de su muerte. Es imprescindible dimensionar al estratega que supo ganar esta imponente batalla, “desde nuestro pequeño país”, como decía, por la descolonización de África sin generar en ningún momento una situación que permitiera a las fuerzas imperialistas justificar un ataque directo a la isla.