Londres. El premier británico, Boris John-son, anunció ayer nuevas restricciones contra la variante ómicron del Covid-19, al tiempo que intentaba sortear la indignación general por una fiesta de Navidad celebrada supuestamente en Downing Street, en diciembre del año pasado, cuando estaba prohibido por el repunte de contagios.
Los cubrebocas volverán a ser obligatorios en lugares públicos cerrados a partir de hoy, para el lunes se regresará al trabajo en casa y el miércoles próximo se impondrán los pasaportes sanitarios para acceder a lugares como clubes nocturnos, un “plan B” que busca frenar los contagios y defunciones ante la rápida propagación de la nueva mutación.
Con 568 casos identificados, cuya cifra real podría ser mucho mayor, “cada vez está más claro que ómicron se propaga mucho más rápido que la variante delta y se está diseminando velozmente por todo el mundo”, explicó Johnson en conferencia de prensa, en la cual defendió la credibilidad de su gobierno ante la polémica de la Navidad pasada.
En un intento por calmar los ánimos, el líder conservador anunció durante la sesión semanal de preguntas en la Cámara de los Comunes que Simon Case, secretario de gabinete y el funcionario de mayor rango en Gran Bretaña, investigará las circunstancias que rodearon los hechos del 18 de diciembre del año pasado en Downing Street.
Un video grabado cuatro días después de la fiesta, difundido por la cadena ITV, muestra a la entonces secretaria de prensa Allegra Stratton simular dirigir una conferencia de prensa televisada, a modo de ensayo, como las que hacía a diario para el gobierno, muy al estilo de la Casa Blanca.
Un miembro del equipo, que hace el papel de periodista, pregunta: “Acabo de ver reportes en Twitter acerca de que el viernes por la noche hubo una fiesta de Navidad en Downing Street. ¿Reconoce usted esos informes?” Se oyen risas, y Stratton responde: “me fui a casa” y pregunta a sus colegas “cuál es la respuesta”. Otra voz dice que “no era una fiesta, era queso y vino”, a lo que reitera: “queso y vino, ¿verdad? Fue una reunión de trabajo”.
Según el Daily Mirror, al menos 50 asistentes disfrutaron de alcohol, comida, juegos, intercambios de obsequios y un Santaclós cuando Londres estaba bajo estrictos controles epidemiológicos de nivel 3 que excluían las reuniones festivas en interiores.
Más tarde se supo que la investigación de Case no cubriría otra fiesta que se cree que tuvo lugar en Downing Street el 27 de noviembre de ese año, también revelada por el Mirror, en la que, Johnson habría pronunciado un discurso y otro el ex ayudante Dominic Cummings.
Johnson llegó a la Cámara de los Comunes con la promesa de indagar a fondo los errores que se cometieron, pero insistió en que si alguna de estas fiestas sucedió realmente, nada tuvo que ver con él.
Acorralado por los laboristas, se negó a confirmar si se celebró o no la fiesta. La oficina del premier señaló, tras la difusión del video, que “no hubo tal convivio de Navidad” y agregó que “las normas por el Covid-19 se han seguido en todo momento”.
Los conservadores más veteranos advirtieron que el golpe a la confianza pública en el gobierno por el escándalo podría afectar el cumplimiento de las nuevas restricciones del “plan B”, en respuesta al rápido aumento de casos con ómicron.
El líder de los conservadores en Escocia, Douglas Ross, sugirió que Johnson tendría que renunciar si se demuestra que mintió ante el Parlamento sobre lo que sabía sobre tales festejos.