Perdió, es verdad, pero al mismo tiempo ganó. Un aparente sinsentido que cobra fuerza para Isaac Pitbull Cruz, peleador que era visto como un rival de bajo perfil y sin posibilidades de ganar; al que las casas de apuesta tenían uno contra 12. La lógica pesaba del lado de la estrella de esa no-che del domingo pasado en Los Ángeles, Gervonta Davis, campeón de peso ligero de la AMB considerado uno de los mejores boxea-dores del momento. La narrati-va de ese combate sugería que Pitbull no sería más que un peldaño o poco más que un sparring para que el estadunidense se luciera.
“Todo el mundo lo vio, hice ver mal a un gran campeón como Gervonta, no pudo lucirse conmigo como todos creían”, dice triunfal Cruz, todavía en Los Ángeles.
“Muchos pensaban que me iba a noquear, que sólo esperaba el momento para pegarme una zurda para mandarme a la lona, sin embargo lo sorprendí, a Gervonta y a todos los que no creían en mí”, agrega eufórico.
Pitbull sabía que era visto como un escalón. Lejos de lastimar su autoestima, lo hizo sentir mayor coraje y ser más inteligente sobre el cuadrilátero. Si se pensaba que el estilo de Cruz sería frontal y suicida, eligió no conceder errores que Davis capitalizaría sin concesiones. “No dejé que me metiera sus uppers”, explica; “trabajé mucho para no hacer su pelea y cerrarlo para pegarle al cuerpo. Al final decía que estaba lastimado de la zurda, pero lo cierto es que lo dejé sin opciones y le compliqué su plan”.
Isaac no presume ser un boxeador de élite, pero asegura que sabe y quiere pelear contra los mejores. Si bien no ganó, este combate sirvió para demostrar que hay un mexicano bravo y que sabe fajarse con el que consideraban imbatible en la división.
“Ya me vieron, ya saben quién soy, ahora puedo ir a pedir oportunidades”, asegura.