Fiel a sus más rancias tradiciones, el autoproclamado ejército intelectual de la 4T en Nuevo León convocó a sus agremiados a participar en el Sorteo Navideño 2021. En lugar de defender a sus afiliados, optó por rifar dos automóviles Nissan, televisores, tabletas, celulares, microondas y electrodomésticos.
La historia viene de atrás. En 2018, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) apoyó la candidatura presidencial de José Antonio Meade porque en esa elección –dijo– se “jugaba el destino de nuestra patria”, y el candidato del PRI cuenta con el mejor proyecto para el magisterio. Sin embargo, en abril de 2019, cambió de chaqueta y declaró ser “aliado” y “ejército intelectual” del presidente López Obrador y la 4T.
En noviembre de 2019, sin la participación de los maestros de base, después de que el dirigente nacional del SNTE Juan Díaz de la Torre puso “pies en polvorosa” y pidió licencia definitiva al frente del sindicato, fue “electo” Alfonso Cepeda Salas. Su nombramiento fue una pantomima. Antes de asumir la representación formal del organismo gremial, Cepeda controlaba cuotas, dirigentes estatales e interlocución con el gobierno. Encarrerado, decidió quedarse en el puesto hasta 2024.
Malpensados, hay quienes ven en la repentina sumisión del SNTE a los designios de la 4T no amor sincero sino interés. Según el periodista Enrique Aranda, el patrimonio de Cepeda estaba siendo investigado por la Unidad de Inteligencia Financiera, entonces a cargo de Santiago Nieto. La pesquisa busca dilucidar la adquisición, en Saltillo, de Médica Bosco, la clínica Alheira y una farmacia, por familiares cercanos al antiguo coordinador de finanzas de Juan Díaz de la Torre. Antes de ser adquiridas, estas empresas valían más de mil millones de pesos (https://bit.ly/3Eauis7). Sus golpeadores son cadeneros de los antros de La Laguna.
La rifa de dos automóviles entre el magisterio estatal de Nuevo León agrupado en la sección 21 del SNTE, es obra de José Francisco Martínez, ratificado como dirigente sindical en unas elecciones amañadas el pasado 5 de noviembre.
Aunque formalmente, el nuevo comité fue nombrado por voto directo, universal y secreto, el proceso estuvo viciado de origen. Cepeda Salas fue jugador y árbitro en los comicios. Manejó, sin contrapeso alguno, padrón, cuotas sindicales y comisión electoral en favor de una planilla única: Unidad Sindical 21. A los maestros de base se les hizo firmar mañosamente su presencia y se presentó el documento como un voto a favor de los institucionales.
Los dirigentes del nuevo comité son casi todos integrantes del saliente. Como en el juego de las sillas, sólo cambiaron de lugar. Antes de ser secretario general, José Francisco Martínez era titular de finanzas. Aunque oficialmente se anunció una aplastante participación, la realidad fue otra. La D-II-234, ubicada en un barrio obrero del municipio de Juárez, donde se enseña inglés y francés como segunda lengua, está integrada por 46 trabajadores de secundarias técnicas (más 20 externos con los que inflaron el padrón). Sin embargo, votaron sólo 11 personas.
Múltiples irregularidades se suscitaron también en las elecciones de la sección 27 de Sinaloa. Allí, cuatro planillas disputaron la representación, pero sólo una, la naranja, fue registrada y contó con recursos sindicales para hacer campaña y obsequiar playeras, gorras y otros artículos. El control del padrón estuvo en manos del comité nacional y las sedes de votación fueron cambiadas. El proceso no lo organizó un organismo autónomo neutral, imparcial, sino el mismo comité nacional.
Tres planillas impugnaron los resultados de los comicios “por coacción del voto, relleno de urnas y mal uso de recursos”. Según el maestro Carlos Rea, en las elecciones “se rellenaron urnas y no existió un padrón exhibido”. Añadió: “Hay más de mil 200 inconsistencias. Gastaron y compraron votos a la antigua usanza. Todo eso lo hicieron y hoy tiene enardecido, enojado, molesto al magisterio. Los naranjas son ilegales, son ilegítimos, son hijos de un megafraude. Hubo dinero, compraron votos, utilizaron vehículos, edificios, el comité nacional les formó la planilla. No hubo voto libre y secreto” (https://bit.ly/3pnjuQU).
La planilla naranja, según los maestros, tuvo el apoyo de la secretaria de Educación local. “Se habla de un fondo de 20 millones de pesos para manejo discrecional de funcionarios con la planilla naranja, para dar conceptos y que varios de ellos, de la planilla, ganan más por esos conceptos que por su salario”, denunciaron.
Algo similar sucedió en las elecciones de la 2 y 37, de Baja California, y en la 31, de Tlaxcala. En la 31 se impidió el registro de los maestros honestos y sólo se aceptó a docentes que han formado parte del comité sindical y tuvieron aval del comité nacional o seccional. Finalmente, en una pugna intercharra, perdió el candidato del dirigente estatal saliente, y ganó una maestra ligada a comités anteriores. La CNTE las calificó de “simulación” en la que “se mantienen las mismas artimañas para garantizar elecciones a modo” (https://bit.ly/3pzjb5G).
Con los gobiernos de PRI y PAN, el SNTE echó siempre mano de su costal de mañas para evitar la democratización del sindicato. Los casos de Nuevo León, Sinaloa, Tlaxcala y Baja California muestran que lo mismo sucede ahora. Llueve, truene o relampaguee, el ejército intelectual de la 4T no va a permitir que los maestros de base decidan el destino de su organización. Su democracia es una pantomima.
Twitter: @lhan55