La industria minera, que en los territorios devasta las zonas donde se ubica, ahora busca explotar el fondo de los océanos –sobre los que hay escasa información–, para extraer metales (como oro, plata y titanio) y minerales. Actualmente hay autorizados en el planeta 31 proyectos de exploración, y expertos ven con preocupación que se dé luz verde a la explotación en la sesión de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés), que comienza este lunes en Jamaica.
La minería en los mares profundos proyecta explotaciones que serían más extensas de las que se hacen en tierra, con efectos dañinos para la biodiversidad y la captura de bióxido de carbono, a lo que se suma la ausencia de información de esos ecosistemas y de este modelo de extracción, advirtieron.
Chuquicamata, en Chile, es la mina a tajo abierto más grande del planeta, con una extensión de casi 14 kilómetros cuadrados, mientras una minera submarina en la zona Clarion-Clipperton en el Pacífico será de 3 mil kilómetros cuadrados, sostuvo Sandor Mulsow, ex jefe de la Oficina de Gestión Ambiental y Recursos Minerales de la ISA.
En entrevista, recordó que la República de Nauru, en Oceanía, podría comenzar explotando minas para los canadienses a más tardar en 2023, y entre los países que más impulsan este tipo de extracción está Gran Bretaña. Apuntó que el Senado chileno pidió una moratoria a la autorización de los proyectos y promover la transparencia de ISA.
El interés comercial está en extraer nódulos polimetálicos de manganeso, níquel, cobalto, cobre, titanio, entre otros materiales; los sulfuros polimetálicos, ricos en cobre, hierro, plata y oro, y las costras cobálticas que están en alrededor de 2 millones de kilómetros cuadrados en zonas de entre 400 y 7 mil metros de profundidad, en las cimas y costados de montes submarinos, indica un documento de Michael Lodge, secretario general de ISA. La prioridad principal de la autoridad, dijo, es “elaborar un régimen jurídico para la explotación de estos recursos”.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) indicó que los depósitos minerales en los fondos submarinos se encuentran en un medio de gran biodiversidad y las labores de explotación crearían plumas de sedimento que podrían tardar años antes de asentarse nuevamente en el fondo marino y que se extenderían más allá del punto de extracción.
“Se desconoce el efecto que tendrá la minería en mares profundos, pero sí se conocen los que ya ha ocasionado” en la tierra, sostuvo Octavio Aburto, del Instituto de Oceanografía Scripps.
Agregó que en las costras de cobalto, que demanda la industria, hay gran diversidad de especies, “es claro que la pérdida de biodiversidad lleva a la pérdida de función de los ecosistemas”.
Las zonas marinas conectan la superficie y el fondo con el reciclaje de nutrientes, y de ello dependen poblaciones de peces de importancia comercial, con biomasas que pueden superar las que se ven en la superficie, explicó en un foro virtual sobre el tema.