Un autobús con alrededor de 50 personas oriundas de Honduras, El Salvador, Cuba, Venezuela y Nicaragua llegó ayer a las 7:30 horas a las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en la colonia Costa Azul de Acapulco, Guerrero.
Este grupo se sumó al casi medio centenar de hondureños y venezolanos que también llegaron a Acapulco el sábado, y a los 60 haitianos que se alojaron desde el viernes anterior en la unidad deportiva Jorge Campos, ubicada en la colonia porteña Renacimiento, donde permanecieron hasta el mediodía del domingo.
El sábado, el INM instaló un módulo de atención a los migrantes frente a sus instalaciones en Acapulco, en la llamada Glorieta del Cici, donde se proporcionan alimentos a los extranjeros y se les brinda atención médica. En el lugar lucen apiladas maletas, mochilas y hasta figuras religiosas propiedad de los foráneos.
Tarjetas de visitante
La representación del INM en Guerrero informó que sobre todo ha atendido en la entidad a personas procedentes de Haití, Honduras y Venezuela, a quienes se otorgaron tarjetas de visitante por razones humanitarias, documento que les permite residir, trabajar y acceder a servicios bancarios en México durante un año.
Diego Fernández, de 21 años y procedente de El Salvador, dijo que viaja con su esposa y desea llegar a Monterrey, Nuevo León, periplo que les ha sido complicado, pues debieron esperar seis meses en Tapachula, Chiapas, y después en Mapastepec, antes de que los enviaran a Acapulco.
Directores de albergues establecidos por comunidades religiosas y asociaciones civiles que operan en Monterrey, como Casa Indi, que encabeza el sacerdote católico Felipe de Jesús Sánchez, acusaron al INM de incurrir en indiferencia y omisión, al abandonar a su suerte a extranjeros llegados a la capital regiomontana, incluso a los enfermos.