“Esta es una prueba de que somos tan invisibles y no le importamos al gobierno”, expresó Alfredo Jiménez, activista en silla de ruedas que, como a una veintena más, tuvieron que cargarlo para descender por las escaleras e ingresar al área de jardineras que están por debajo del nivel de la explanada del Monumento, donde se realizó el festival.
“Me siento indignada y molesta”, secundó Roxana Chávez, quien también tuvo que ser apoyada con su silla de ruedas, al señalar que el objetivo de la movilización era visibilizar el orgullo y la dignidad de las personas con discapacidad “para que nos garanticen nuestros derechos humanos y resulta que nos mandan a este lugar” que carece de rampas de acceso, de movilidad.
Y es que ayer, entusiasmados y al grito de “¡yo sí me siento orgulloso!”, decenas de personas en sillas de ruedas, con prótesis de pierna, muletas y a pie –en compañía de familiares y amigos– del colectivo Movimiento de Personas con Discapacidad, se movilizaron para exigir una inclusión integral y efectiva que permita su reconocimiento social.
Con silbatos y ataviados de playeras fluorescentes, partieron desde la Diana Cazadora, avanzaron sobre Paseo de la Reforma y arribaron al Monumento a la Revolución, donde en el ala oriente ubicada en las calles Plaza de la República y Lafragua se instaló un templete y equipo de sonido para celebrar.
No obstante, las personas en sillas de ruedas al ver las dificultades para descender esa área y sentirse “indignados”, optaron por regresar y con apoyo de sus familiares subieron al nivel de la explanada. Ahí, una vez reagrupados y bajo un sol radiante, alzaron el puño con un grito unánime: “Orgullo y dignidad”.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 por ciento de la población mundial tiene alguna forma de discapacidad. En México, hay más de 21 millones de personas en estas condiciones.
Enrique Medel, coordinador del movimiento en la Ciudad de México, consideró que ha habido avances en el impulso de políticas públicas, pero “falta mucho por hacer”, pues debe tomarse en cuenta también el entorno social. “La condición de discapacidad la vive una persona, pero impacta en la familia”.
“Este evento genera una comunidad que incluye a las personas con discapacidad y a la sociedad en general”, resaltó Marialú Castro, quien desde su silla de ruedas mostró un pañuelo amarillo fluorescente atado en su mano “por las personas que no pudieron asistir por problemas de salud y accesibilidad”.