Un aspecto fundamental de la transformación planteada por el Presidente de la República es el relacionado con la lucha contra la corrupción, la cual ha resultado mucho más difícil de lo que habíamos imaginado, dando como resultado que la inmensa mayoría del conjunto de ex funcionarios corruptos sigan hoy libres, disfrutando de los beneficios que les dieron las fortunas adquiridas mediante acciones delictivas, gracias a las modificaciones a leyes y reglamentos realizados por algunos congresistas, con el fin de lograr la impunidad para quienes utilizaban los diferentes esquemas de corrupción. Estas conductas, que han caracterizado no sólo a los presidentes y altos funcionarios del gobierno federal, han sido seguidas también por gobernadores, presidentes municipales y funcionarios menores en todo el territorio nacional, conformando una cultura que hoy es aceptada como parte de nuestra realidad por un alto porcentaje de la población mexicana, lo que genera, por una parte, que la mayoría viva en situación de pobreza o miseria extrema, ignorando que esto no es asunto de mala suerte, sino producto de esos actos, realizados por parte de quienes supuestamente tenían la función de mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos.
Considero que la única forma para resolver este grave problema es a través de la educación, una que nos permita formar una cultura diferente a la que hoy tenemos en nuestro país y similar a la que tienen los países más avanzados, reconocidos como naciones ejemplares, las cuales fueron capaces de recuperarse de la tragedia que vivieron durante la segunda guerra mundial y los años siguientes.
¿Sería posible establecer una cultura similar en nuestro país en los poco más de tres años del presente gobierno? Difícilmente, pero lo que sí es posible es sembrar las bases de este cambio mediante programas de preparación dirigidos a los maestros frente a grupo de educación básica y media superior, en los que se haga referencia a estas conductas que tanto daño han causado a nuestro país, para que ellos las discutan con sus estudiantes e inicien la creación de una nueva cultura que permita transformar a México en un país distinto al que ahora tenemos y en el que cada mexicano sea capaz de comprender el daño que le hacen a nuestro país los diversos actos que hoy aceptamos como parte de nuestra cultura milenaria, pensando que cada uno de ellos resulta irrelevante, tratándose de simples faltas que al cometerse por los ciudadanos de manera individual y de poca monta, nos impide comprender que en ello están las semillas que han desarrollado el país que ahora tenemos y del cual debiéramos sentirnos avergonzados.
Si escudriñáramos los libros de texto gratuitos de Historia que cada año son distribuidos a todos los niños de las escuelas publicas y privadas, nos daríamos cuenta que desde su concepción, éstos han dividido a los personajes de nuestra historia como los “buenos” y los “malos”, donde los primeros fueron verdaderos héroes ejemplares, sin defectos ni errores, mientras que los segundos fueron traidores, canallas y algunos incluso asesinos, logrando con ello que tales libros sean aburridos y ajenos a la verdad. De manera particular, se presenta a los gobernantes que surgieron de la revolución como seres perfectos, sin que exista referencia alguna a sus crímenes (Díaz Ordaz y Luis Echeverría), o a sus actos de corrupción (López Portillo, Salinas y sus sucesores), y sin referencia a los fraudes electorales de Carlos Salinas y Felipe Calderón que llevaron a la presidencia a estos personajes.
¿Cuántos de los multifamiliares, hospitales y edificios de oficinas y departamentos que se cayeron durante los terremotos de septiembre de 1985 se debieron a actos de corrupción en los procesos de construcción de esas edificios? Si hiciéramos un recuento de enfermos que perecieron en los hospitales de Veracruz durante el gobierno de Javier Duarte por las supuestas medicinas que les fueron aplicadas y que habían sido sustituidas por agua purificada, nos percataríamos de que cada una de las vidas perdidas y tragedias para sus familias se hicieron para que este siniestro personaje incrementara sus “ganancias”.
Generalmente, los actos de corrupción en la construcción de carreteras y de otras obras causaron que éstas quedaran inservibles en poco tiempo por los moches que las empresas constructoras le debían entregar a los funcionarios corruptos que se las asignaban. El hecho de que más de la mitad de la población viva hoy en condiciones de pobreza es el producto de actos muy diversos de corrupción realizados en la mayor parte de las instituciones gubernamentales y con la participación de diversas empresas.
Un hecho al que le hemos dado escasa importancia es el relacionado con la compra de votos, actividad muy generalizada entre los mexicanos desafortunadamente, la cual se ha venido dando en los últimos 50 años con una tendencia de crecimiento, tanto en el número de éstos como en sus montos. En este caso, lo primero que debemos reconocer es que estamos actuando como cómplices del delito y éste es el triste papel que millones de mexicanos jugaron con la elección presidencial de Peña Nieto.
Así pues, queda claro que debemos cambiar de manera profunda y radical, y esto debiera ser parte central de la llamada Cuarta Transformación, que de otra manera será olvidada en algunos años para volver a las condiciones lamentables del país que dejaron los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto.
* Director del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa