Los Ángeles. La premiada película Flee, que sigue el peligroso viaje de un refugiado gay afgano a Europa, consigue dibujar un rostro humano a la crisis sin revelar la identidad del protagonista, gracias a la animación.
El documental de Jonas Poher Rasmussen, que mezcla animación con imágenes filmadas, surgió de su amistad adolescente con Amin, el principal personaje de la producción.
“Tenía curiosidad sobre su pasado desde que lo conocí cuando teníamos 15 años, y llegó a Dinamarca”, señaló Rasmussen.
Flee conquistó al jurado del festival de Sundance y fue elegida por Dinamarca para entrar en la pelea por una nominación para los premios Óscar de 2022.
Retratar con animaciones
Aunque Amin no estaba listo para hablar, por miedo a arriesgar su estatus de asilo y ser victimizado, Rasmussen tuvo por primera vez la idea de retratar con animaciones las entrevistas sobre su viaje en 2013.
“Así podemos compartir su historia, y seguir conociendo a gente sin que sepan sus secretos más íntimos ni sus traumas”, explicó.
Los traumas abundan en Flee, que repasa la desaparición del padre de Amin en los ochenta bajo el régimen comunista y la decisión desesperada de su familia de abandonar Kabul cuando el talibán avanzaba sobre la ciudad en 1996.
Imágenes de archivo utilizadas en la película evocan paralelos obvios con la vuelta al poder del talibán en Afganistán este año.
El director contó que Amin vio con desespero como “una nueva generación de afganos fue empujada fuera de su país, y que estará en el mismo limbo que él, o probablemente peor”.
Pero la cinta se enfoca más en otra historia común en las noticias: los miles de refugiados que arriesgan sus vidas para huir de zonas de conflicto hacia Europa.
En una de las angustiantes secuencias, representadas por inquietantes bocetos minimalistas, las hermanas de Amin quedan atrapadas en un contenedor hermético en su intento por llegar a Escandinavia. Después, Amin procura realizar la misma travesía en una embarcación llena, pero es interceptado por la guardia costera de Estonia.
La animación de ese hecho “se sentía más honesto de alguna manera” que contratar actores para interpretar a oficiales de policía arrestando a los migrantes, explicó.
“En una forma más surreal, es bueno sumergirse en sus emociones, mostrar sus miedos”.
Rasmussen se inspiró también por Vals con Bashir, la película israelí nominada al Óscar que retrata con animaciones las entrevistas a veteranos de la invasión de Líbano en 1982.
Mirando esta película, el director se dio cuenta de que era más fácil “asimilar las historias” sin ver “rostros humanos sufriendo”, algo a lo que la audiencia está infelizmente muy expuesta por las constantes imágenes en las noticias.
“El hecho de tener esta alternativa de animación me hizo no bloquearlo como normalmente lo haría”, comentó.
La técnica de la animación también lleva a otro aspecto inesperado de la película: el humor.
Los recuerdos de Amin de escuchar música pop de los años ochenta en su walkman rosado cuando era un joven en Kabul da pie a una secuencia alegre de la infancia inspirada en la famosa animación a lápiz del video de la canción Take on me, del grupo A-ha.
Jean Claude van Damme y estrellas de Hollywood, sus secretos y confusos amores de infancia, aparecen guiñándole el ojo desde afiches y pantallas.
“También te puedes reír junto a él, puedes reírte de él", expuso.
“Espero que esto muestre la experiencia de la historia de un refugiado. No se trata sobre alguien que necesita algo, sino sobre un ser humano que estaba en una posición en la vida en algún punto en donde no podía controlar lo que pasaba”, agregó Rasmussen.
Flee se estrena hoy en los cines de Estados Unidos.