Muchos estadunidenses blancos sienten cierta culpa por haber nacido blancos, por tener privilegios. “Haber nacido con ese tono de piel y la forma de relacionarse con gente de color, sin verse presuntuosos, es una culpa heredada que viene desde el siglo XIX, cuando existían los esclavos”, apuntó la escritora Joyce Carol Oates, quien acudió desde la computadora de su casa a la presentación virtual de su novela Delatora, durante la edición 35 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
En su libro más reciente ocurren acciones brutales y una niña va confrontando el racismo sistemático que es parte de la cultura estadunidense, explicó la prolífica autora de 83 años.
“Los afroamericanos que descendieron de esclavos en realidad nunca tuvieron una oportunidad, porque la esclavitud estaba sobre ellos y se han sentido muy en desventaja desde que se abolió la esclavitud. Los ciudadanos de color no tenían los mismos derechos y eso continúa hasta hoy, porque las leyes y la policía les son impuestas de manera más dura que a las personas blancas.
“Entonces, al escribir una novela como esta quiero mostrar el sentimiento tan raro de una niña blanca que trata de disculparse por algo que ni siquiera hizo.”
En el libro originalmente publicado con el título My Life as a Rat, de “la gran escritora estadunidense de nuestros días”, el personaje central es Violet Rue Kerrigan, quien a los 11 años toma una decisión ética que la lleva a la tragedia de ser expulsada de su familia. Ella presencia cómo sus hermanos se involucran en un crimen de odio y tiene que elegir entre delatar a su familia o convertirse en cómplice.
“Legendaria”, así la presentó Carmen Boullosa en una conversación con la narradora estadunidense (Nueva York, 1938), quien ha publicado más de 100 libros, entre novela, relatos, ensayo y autobiografía. Delatora es el más reciente y se publica en español con el sello Alfaguara.
Oates, silenciada detrás de la traducción simultánea que convertía en tono frío y apagado sus palabras, miraba fija a la pantalla. Pero, por un momento giró la cámara para mostrar a su gato, gris, recostado sobre la cama, que acudió a la conversación del encuentro literario en Guadalajara. “Hay un lazo emocional muy fuerte con los animales, que aumentó durante la pandemia”, contó.
“Yo era la favorita de mi padre antes de que algo terrible sucediera”, cuenta Violet, cuya voz se desdobla en una polifonía y en distintos tiempos. Oates consideró que el padre de la protagonista es bastante típico, el líder del hogar, que cuando haces lo que dice te va a amar y proteger. “Muchos crecimos en familias así, no es que sea malo, sino que nació en una generación específica; no veía a las niñas y los varones iguales; para él las mujeres son ciudadanas de segunda clase. Los hombres como él aman a sus esposas e hijas, excepto si ellas empiezan a pensar diferente”. El amor por su madre es algo que conserva Violet en toda la novela.
La novela nació primero como cuento. Reveló que en parte se basa en experiencias reales, las de una amiga cercana, cuyos padres la desheredaron porque se casó con alguien que no era de su religión. Su desobediencia hizo que la rechazaran y nunca volvió a ver su padre.
“Los racistas no cambian sólo porque los mandan a prisión”, aunque hay cualidades de redención, el libro es de Violet como delatora, pero ella entra a una vida nueva. “Es muy importante para las niñas y las jovencitas que no sientan que no valen nada, con baja autoestima, porque en la novela la protagonista se siente inferior, culpable, que merece ser castigada. Y jovencitas que piensan así pueden ser victimizadas muy fácilmente por hombres”. Pero, agregó, como muchos de mis personajes femeninos, ella se va haciendo más fuerte.