Con la vista puesta en el segundo y último tramo de su gestión presidencial, cuando las tensiones y presiones se agudizarán, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hizo un discurso en el Zócalo capitalino que pareció montarlo nuevamente en el caballo de batalla: mandó al carajo la interpretación pripanista de que el beneficio económico a las élites termina por beneficiar a la parte baja de la pirámide socioeconómica, planteó que en su visión y hechuras no debe haber zigzagueos ni desdibujamiento y reiteró la confianza en las bondades del ejercicio de revocación de mandato, al que invitó a participar.
Fue, como era previsto, una concentración masiva de apoyo al Presidente de la República en su tercer año de haber llegado a Palacio Nacional. El talante de los asistentes fue festivo y en varias ocasiones brindaron aplausos a pasajes del discurso andresino. El escenario estuvo ocupado por la figura central, el Presidente, su esposa y el gabinete.
Pero también estuvo el fantasma del futurismo que no tuvo manera de manifestarse con alguna expresión indicativa de preferencia hacia alguna de las dos piezas principales de la contienda, el canciller Ebrard y la gobernadora Sheinbaum, mientras el secretario de Gobernación se mantenía en la formalidad de su encargo y, en todo caso, la novedad sería la ausencia del precandidato oficiosamente no deseado, Ricardo Monreal, concentrado en tareas senatoriales imperiosas que le impidieron ir a la Plaza de la Constitución o calculadamente ausente para evitar eventuales contratiempos entre la briosa concurrencia.
La relatoría descansó, en lo general, en los logros de los que el tabasqueño ha dado detallada cuenta cotidiana en sus conferencias de prensa, además de anuncios novedosos en cuanto a mayores apoyos económicos asistenciales y el acuerdo tripartita para elevar notablemente el salario mínimo en los planos fronterizo y nacional.
Conforme avanza el reloj político sexenal se van produciendo actos de la delincuencia organizada que no sólo son más osados sino, sobre todo, provocadores y socialmente más preocupantes, por encima de los niveles de violencia a los que, por desgracia, autoridades, sociedad y medios parecen irse acostumbrando.
En la madrugada de este miércoles un comando armado liberó a nueve presos de un penal de Tula, Hidalgo; entre ellos, según la información preliminar, el jefe de una banda conocida como Pueblos Unidos, en una zona de amplia actividad de robo de combustible (el llamado huachicol), narcomenudeo y delitos conexos. La operación implicó el uso de autos bombas y el ingreso directo al centro penitenciario, según los reportes iniciales.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha determinado (siendo la última instancia decisoria) los términos en que habrá de desarrollarse y vigilarse el levantamiento de firmas de apoyo al ejercicio de revocación de mandato presidencial y otros puntos relacionados con tal hecho que, en caso de conseguirse el número suficiente de rúbricas y que éstas sean validadas, se realizaría el 10 de abril del año próximo. La redacción de la pregunta deberá ser precisada por la Corte, en función de su constitucionalidad.
Llama la atención que el tribunal electoral impusiera, conforme sus obligaciones legales, según se señaló, la revisión aleatoria de la recolección domiciliaria de firmas, a efecto de evitar que haya irregularidades. Se haría de una forma muestral, casa por casa, para verificar que la mencionada firma fue expresada de manera libre y consciente. También se ordenó al Instituto Nacional Electoral que verifique si Morena usó fondos públicos para promover tal ejercicio, en la versión de “ratificación”. ¡Hasta mañana!
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