El resultado de la elección presidencial en Honduras se escenificó como planteé: 19 por ciento de ventaja de Xiomara Castro –aquí avancé 17 por ciento–, además de que “en medio de una vecinal ambientación hostil a los demócratas y más favorable al trumpismo, a Biden le conviene paradójicamente más el triunfo de Castro, pese a su mayor afinidad con China. De paso, Biden podría resarcirse del golpe de Estado teledirigido contra el ex presidente Manuel Zelaya, esposo de Castro (https://bit.ly/3phg9mi)”.
Más allá de la dicotomía que se maneja de un triunfo de la candidata Castro de “izquierda”, no pocas veces banalmente reduccionista, mediante las trascendentales dicotomías geopolítica y geoeconómica se deducen hallazgos muy ilustrativos que colocan en su justa dimensión y su nueva correlación de fuerzas a la novedosa situación emergente que trasluce el abordaje multidimensional del país centroamericano, sin soslayar el reflejo de la lucha intestina entre Biden y Trump cuando los republicanos juegan en forma maximalista la carta migratoria para recuperar el control de la Cámara de Representantes y del Senado en 2022.
Honduras –asolado por la miseria (catalogado por el Banco Mundial como el tercer país más pobre de América Latina), el desempleo, la violencia, el narcotráfico y la perturbadora corrupción del gobierno posgolpista de 12 años de grave retroceso del Partido Nacional (gran aliado del PAN calderonista en México y del uribismo en Colombia)– en el año fiscal reciente fue el país latinoamericano que más migrantes envió a EU: 320 mil, casi 3 por ciento de la población total de Honduras, de más de 10 millones.
Si definiera en la clásica dicotomía topográfica de “izquierda-derecha” a la presidenta Castro, la colocaría como centroizquierda moderada y de apertura a la empresa privada, además del diálogo constructivo con EU, como refirió el ex presidente Manuel Zelaya, depuesto teledirigidamente por Obama/Biden/Hillary Clinton (https://bit.ly/3EcPjSB).
Deng Xiaoci y Wan Hengyi del Global Times, portavoz del Partido Comunista Chino, asientan que “los secesionistas de Taiwán, los injerencistas de EU sufren un ‘golpe severo’ en medio de una votación ‘masiva’ en la elección de Honduras (https://bit.ly/3pbqu3j)”.
Mientras la isla renegada de Taiwán sigue perdiendo adeptos en Centroamérica y ahora sólo contaría con 14 países en el mundo, a Honduras se le abre la oportunidad de la llegada de inversiones de los pudientes comunistas de China continental cuando EU prosigue su declive geoeconómico que le impide “ayudar” masivamente al “triángulo norte” de Guatemala/Honduras/El Salvador con el fin de frenar la masiva migración a la transfrontera de México y EU. Las inversiones chinas en Honduras ayudarían paradójica e involuntariamente a Biden, quien no ha sabido lidiar con esta inhumana situación. Desde el punto de vista geoeconómico, la derrota de Taiwán la deslegitiman humillantemente a escala universal, mientras la probable llegada de inversiones chinas aprovecharía logísticamente el singular atributo bioceánico de Honduras desde el golfo de Fonseca hasta el Puerto de Cortés.
Los pudientes comunistas chinos continentales resultarían vencedores con su política diplomática de “una sola China”, mientras EU restañe sus heridas para invertir en su abandonada infraestructura que sacrificó, en aras de su globalismo neoliberal financierista. Desde el punto de vista geopolítico, hasta donde se sabe y se percibe, China no tiene ningún interés en colocar bases en Latinoamérica como las que ostenta ya EU en Colombia y Honduras.
Veo sumamente difícil que el gobierno de coalición de Castro/Salvador Nasralla modifique o desmantele la omnipotente presencia militar de EU que cuenta con una base aérea en Soto Cano/Palmerola, además de sus búnkers diplomático-militares.
Vale la pena señalar que la cotización de la divisa local, la lempira, se mantiene significativamente estable a 24.17 por dólar: un barómetro nada despreciable.
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