Daniel, un jubilado, va al súper a surtir su despensa. Dice que no necesita saber el dato oficial de la inflación para sentirla en sus bolsillos, ya que el ticket refleja una mayor cantidad por casi los mismos productos que compra cada 15 días con un ingreso constante. Mientras Jorge, quien regenta una carnicería, se queja de lo débil de las ventas y de que en la semana le llegará un pedido de carne dos pesos más cara. Ambos se muestran cautelosos y prevén que tendrán que enfrentar el incremento de precios unos meses más.
La pandemia, aún de fondo, seguiría poniendo zancadillas para que la desaceleración de la inflación sea lenta.
“Dado los niveles alcanzados por la inflación, no vistos en los últimos 20 años (7.05 por ciento), y dada la actitud complaciente de la política monetaria del Banco de México, es posible anticipar que se mantendrá por encima de su tasa estructural de 4 por ciento en la segunda mitad del sexenio”, prevé Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics.
El fenómeno es perverso con las familias porque es frustrante para quienes perciben su sueldo y no les alcanza para lo que necesitan (cerca de 49.7 millones de personas actualmente).
En los años 80 México llegó a tener una inflación hasta de 179.7 por ciento, lo que significaba que los productos podrían valer hasta tres veces más de lo que costaban un año antes.
En 2001, el Banco de México se puso como meta encauzar la inflación en un rango de 3-4 por ciento con distintas herramientas monetarias, como el alza de tasas de referencia.
Crisis e inflación
Hace ocho meses que la inflación anual salió del rango objetivo del banco central. En un principio por factores estacionales al compararse con el inicio de la pandemia, luego por el repunte de las materias primas ante la reactivación económica, después por la presencia de las peores sequías desde 2012 y, finalmente, por el estrés en las cadenas de suministro y el repunte de las energías fósiles.
“Se mantiene el discurso de que se trata de una inflación transitoria, inicialmente con una expectativa de un par de meses, y ahora se espera que en total sean 18 meses los que se estará fuera de rango”, aseguró Ramsé Gutiérrez, codirector de Inversiones Franklin Templeton México.
A la mitad del sexenio, la inflación se ubicó en 7.05 por ciento anual en la primera quincena de noviembre, su mayor nivel en 20 años.
Daniel y Jorge, consumidor y pequeño emprendedor, quieren mantenerse optimistas de que los próximos meses mejorarán las cosas, pero son escépticos porque la situación económica es difícil y se necesitará de mucho trabajo y apoyo para darle la vuelta.
Factores de riesgo
Adrián Muñiz, analista de economía nacional de Vector Casa de Bolsa, prevé que la inflación permanecerá alta los próximos meses y encontrará su pico en 7.2 por ciento entre diciembre y enero.
Pero hay muchos factores que pueden incidir para hacer que la desaceleración de los precios sea más lenta, como una reacción monetaria más agresiva de la Reserva Federal de Estados Unidos y una reacción más lenta del Banco de México, lo que traería mayor depreciación del peso y que se genere un pass through (efecto de transmisión) al precio de las importaciones, así como un incremento del salario mínimo de 16 por ciento en 2022.
“La inflación regresará al intervalo objetivo de estabilidad de precios del Banco de México (4 por ciento) en 2023, si no hay choques en ese lapso, pero para que suceda es necesario que baje la inflación subyacente; es decir, que se desacelere la inflación de mercancías, por lo que es necesario que se diluyan los cuellos de botella, los choques de oferta y que el sector servicios reabra plenamente, sin restricciones, para que no haya un choque de demanda. Necesitamos muchos supuestos”, aseveró Muñoz.
Según Coutiño, para que la inflación regrese a su objetivo de 3 por ciento, +/- un punto porcentual en lo que resta del sexenio se requiere de “una política monetaria que cumpla cabalmente con su mandato antiinflacionario, lo cual implica mantener la tasa de interés de referencia en territorio restrictivo por tiempo suficiente. Es decir, la tasa de interés debe subir entre 7 y 8 por ciento, rápidamente y mantenerse allí por al menos seis meses”, para anclar las expectativas de inflación para que productores y comerciantes no sigan subiendo precios.