Hace 45 años el tema Anarchy in the UK, de los Sex Pistols, fue escuchado por primera vez en Reino Unido. Lo que entonces había sido condenado por la clase media inglesa, por considerar a la banda indignante y aterrorizante con sus salvajes gritos de sedición, fue además inspiración para una generación de fanáticos cansada de la música disco y el rock orquestal.
“Algo tenía que pasar para agitar las cosas entonces”, destacó Glen Matlock, el bajista original del grupo en 1976. “Todo estaba muy saturado. Si hubiéramos hecho lo que todos los demás en ese momento, hubiéramos sido una banda de suave jazz y funk, algo como Kokomo... sabes, ese pedacito en The Blues Brothers donde John Belushi afirma: ‘Estamos juntando a la banda de rock porque tenemos una misión de Dios’. No sé si nosotros teníamos una misión del Señor, pero sí creo que nuestra tarea era educar a las masas, proveer una voz alternativa”, señaló a The Independent.
Durante sus primeros días, los Sex Pistols eran un tipo de pandilla disfuncional, inspirada por haber pasado seis meses en la escena punk de Nueva York, junto a bandas como The Ramones, los New York Dolls y Television. Matlock, Jones y el baterista Paul Cook ya tocaban juntos como The Strand, antes de que John Lydon, rebautizado Johnny Rotten, se sumara.
“Cuando haces algo así, son sólo los cuatro, y la gente que te ayuda, contra el mundo –sostuvo Matlock– nos llevábamos como gatos y perros, nos odiábamos, pero como unidad trabajamos bien.”
El bajista también admitió que sus condiciones eran especiales. “Estábamos en el epicentro del lugar más jipi de Londres, en una época en que nada pasaba. (Malcolm McLaren, su mánager) era amigo de un tipo llamado Nick Kent, que terminó convirtiéndose en el escritor estrella de NME. Él nos dio una cinta con una canción y nos encantó, así que la hicimos. No sabíamos de qué se trataba, no nos dábamos cuenta de que iba de un coche, era Roadrunner, de Jonathan Richman, su amigo era John Cale, quien había producido el álbum; se trataba de un casete con la mitad del disco casi un año antes de que se lanzara al mercado. Nadie está en la posición de ir tan a la vanguardia, y ahí estábamos”.
Inundación sónica
La inundación sónica se elevaba, y pronto le siguió la furia. Lydon era temperamental, y ocasionalmente tenía una presencia destructiva sobre el escenario, lo que disminuyó la audiencia de la banda.
Matlock recordó un concierto en Dundee donde la banda guardó dos canciones. “Nos escondimos detrás de una puerta hasta que se dejó de escuchar que arrojaban vasos. Salimos y tomamos algo cuando pensamos que todos se habían ido. Había unos sujetos en el bar que preguntaron: ‘¿Por qué no salieron y tocaron más?’. Les respondimos: ‘Bueno, nos estaban aventando vasos’. Ellos contestaron: ‘Leímos que les gustaba eso’”.
Encuentro icónico
Un encuentro icónico tuvo lugar en el cine londinense Screen on the Green en agosto, donde The Clash hizo su debut. “No tenían un escenario ahí. Así que el trato era que nos apoyaran para conseguir uno juntos. ¡Tuvieron que construirlo! Salimos y tocamos. John había ido al dentista unos días antes, le habían puesto una corona que se le cayó ante el micrófono, así que en la primera fila todos miraban el diente. Siouxsie usaba un atuendo bondage y Billy Idol se arrastaba en el piso en busca de la corona de John”, contó Matlock.
La clave para que se volvieran un fenómeno es algo que Matlock llama “la carta del llamado” de los Pistols: Anarchy in the UK, escrita en el estudio de la banda, en la calle Denmark, emergiendo como una bravata típica de la agrupación. “Se suponía que Steve llegaría con algo y no tenía nada. En cierto modo lo increpé. Le dije: ‘Siento que hago todo el trabajo’. Él respondió: ‘Si eres tan inteligente, ¿qué tienes, entonces?’. En realidad no tenía nada. Un par de ideas en la cabeza con las que había jugado con mi acústica en casa”, agregó.
Lluvia de ideas
La secuencia de acordes de apertura fue un intento por emular el tema musical de Sunday Night, en el London Palladium. “Es una obertura”, precisó Matlock. Mientras la pieza tomaba forma, Lydon, quien regularmente se guardaba sus letras para él, sacó una frase. Aseguró: ‘Es genial, nunca pensé que se te ocurriría una idea que encajara con estas palabras’. Ni una vez había dicho, ‘escribí esto, ¿se te ocurre algo?’ Respecto de la anarquía, sabía que había hablado con Malcolm y Jamie Reid, como todos nosotros, rebotando ideas”, añadió.
Esas palabras fueron entonces adoptadas por el bajista. “En esa época las apoyé. Sentía que las cosas necesitaban sacudirse un poco. Creo que tenía razón sobre el hecho de que el sueño para el futuro era un esquema de compras, eso es lo que la mayoría de la gente parecía desear, lo que es un poco triste. Anarquía en el Reino Unido… no sé qué tan políticamente astuta fue. Es un poco ingenuo, pero teníamos 19 en ese entonces. Sin embargo, (Lydon) ha resultado partidista de Trump y Farage”.
Cuando se lanzó, Anarcky in the UK llegó a las listas de las más escuchadas, volando la tapa del punk a la desencantada juventud de la nación. “Fue un parteaguas. Su feroz ataque puede ser considerado, sin duda, la raíz de mucha música alternativa en Reino Unido”, puntualizó el bajista. Sin embargo, su impacto cultural fue pronto opacado por la tormenta de la controversia.
El primero de diciembre, la banda hizo una aparición controvertida, por la manera de hablar de Steve Jones durante un programa de televisión. En la noche, los Sex Pistols se habían vuelto el enemigo público número uno. La prensa dedicó a la banda encabezados que derivaron en la cancelación de muchos conciertos. “Ése fue el principio del fin para mí y la banda, y también para Steve”, sostuvo Matlock, quien dejó la agrupación por diferencias con Lydon.
“Era mucho en poco tiempo. Fue divertido, pero también aburrido porque éramos cooptados todo el tiempo, y teníamos que seguir yendo a lugares para ser vistos, y tocar frente al alcalde, que aprobaba y censuraba. Además, pensaba que era estúpido porque podíamos dar una versión mansa en la tarde, y cuando se voltearan, hacer lo que nosotros queríamos”, añadió.
Si bien la anarquía no logró apoderarse del Reino Unido, el punk sí, y algo logró: poner sus salvajes mensajes sónicos en una escena abarrotada de rock.