La autonomía universitaria ha sido un elemento que puede incomodar o no a los gobiernos en turno, de acuerdo con la coyuntura política del país. Ello ha dependido fundamentalmente de los mecanismos de controversia o de cooperación de las instituciones universitarias con las orientaciones de política pública y del modelo de desarrollo de los distintos gobiernos, señaló Roberto Rodríguez, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
En un foro virtual, expuso que, a la fecha, un punto que es objeto de debate es si la autonomía está incomodando al régimen actual, “lo que explicaría las críticas, no como tal a la autonomía, pero sin duda a la manera de conducirse, de comportarse, de las universidades autónomas”.
Por otra parte, respecto de los señalamientos en contra de las casas de estudio a nivel superior por la “supuesta falta de servicio” a la sociedad, o que están “poco o nada comprometidas con las causas populares”, o que no comparten el proyecto de un partido gobernante, Francisco Valdés, también científico social del IIS y ex director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales México, mencionó que éstas no pueden dedicarse “a la sustitución de ineficiencias, como la de la educación básica”, sino que tienen la misión de esclarecer éste y muchos otros problemas.
También, declaró, requieren ofrecer alternativas y proyectos para la construcción de esas intermediaciones, pero no están obligadas “a hacer lo imposible, ni a ser las que suplan las responsabilidades de otros actores. Por eso y para eso es autónoma”.
Silvia Inclán, ex secretaria académica del IIS, manifestó que actualmente hay señales “de preocupación, no sólo en el discurso, sino en algunas medidas que ya se han tomado en torno a las autonomías de otras instituciones relacionadas con la ciencia y la tecnología en el país”.