Uno de los acuerdos finales de la primera Asamblea Eclesial de Latinoamérica, que concluyó ayer, es “acompañar a los pueblos originarios y afrodescendientes en la defensa de la vida, la tierra y las culturas”, así como reformar la preparación en los seminarios para que incluya diversas temáticas, entre ellas la de los pueblos originarios, inculturación e interculturalidad.
En el encuentro de una semana, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel destacó la necesidad de acompañar a los pueblos indígenas y originarios en el “fortalecimiento de sus identidades y organizaciones propias, en la defensa del territorio, una educación intercultural bilingüe y la defensa de sus derechos”.
Lamentó que “las comunidades indígenas y afroamericanas en muchas ocasiones no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones, y que en la sociedad y en la Iglesia con frecuencia siguen sufriendo discriminación. Ante esto, muchos prefieren ocultar sus raíces culturales para no ser despreciados ni maltratados”.
Avance de protestantes
En el panel denominado las raíces culturales de América Latina y el Caribe, destacó que “es prioritario hacer traducciones católicas de la Biblia y de los textos litúrgicos a las lenguas indígenas. Se necesita, igualmente, promover más las vocaciones y los ministerios ordenados procedentes de estas culturas”.
Reconoció que “falta mucha conversión de nosotros, obispos y demás agentes de pastoral, para dar a estos pueblos su lugar y superar su marginación eclesial. Es una injusticia que no hayamos hecho lo posible para que haya traducciones católicas de la Biblia, pues las que existen son casi todas protestantes”.
Además, Arizmendi indicó que no se han promovido de forma suficiente las vocaciones sacerdotales y religiosas provenientes de esas culturas, y en los seminarios y casas de formación , “ya que se les menosprecia, no se les alienta a conservar sus raíces y a compartir sus valores con la comunidad”.
En algunos casos “permanece una mentalidad y cierta mirada de menor respeto acerca de los indígenas y afroamericanos, de modo que descolonizar las mentes, el conocimiento, recuperar la memoria histórica, fortalecer espacios y relaciones interculturales son condiciones para la afirmación de la plena ciudadanía de estos pueblos”.
El prelado sostuvo que “los jóvenes provenientes de familias pobres o de grupos indígenas requieren una formación inculturada, es decir, deben recibir la adecuada formación teológica y espiritual para el futuro ministerio sin que pierdan sus raíces y sean evangelizadores cercanos a sus pueblos y culturas”.
Una queja muy frecuente de jóvenes, religiosas y seminaristas se refiere a que los “seminarios los desconocen y los desprecian. Las y los formadores no toman en cuenta su cultura y no les alientan a conservar y hacer madurar sus raíces”.