El futbol mexicano mostró lo disparatado de su sistema de competencia, el cual presenta un torneo regular de 17 fechas copado de partidos soporíferos, desabridos, infumables, que sirven sólo para que las televisoras recauden fondos y los insomnes aficionados se ahorren el diazepam. Adquiere signos de vida en la liguilla, y recientemente se inventó un repechaje para ¡exacto! tener más partidos que transmitir y captar otro piquito de recursos.
En medio de los tejemanejes quedó entrampado el América. La liga, el balón, la competencia, siguen siendo de Televisa, que anhela engrandecer al equipo amarillo y sin rubor alguno le dejó la mesa puesta eliminando el gol de visitante, pero éste es un hijo malcriado que acaba de causarle otra gran decepción, porque a la hora de entrar al ruedo en vez de sacar el orgullo y desquitar su millonaria nómina, fue humillado por esa horda del barrio del Pedregal, su verdadero acérrimo rival.
En la Liga Mx el torneo regular es un plato suprimible, un round de calentamiento donde puedes lucir tus mejores puñetazos, pero da lo mismo si te los ahorras; el liderato es una insignia de corcholata. Lo importante es el capítulo final, al que las Águilas llegaron entumecidas, habituadas a sus triunfos mezquinos. Ingenuo, Santiago Solari creyó tener la fórmula del éxito y desperdició el juego de ida, donde la suerte jugó a su favor porque los auriazules no estuvieron certeros.
Se esperaba que el ex timonel del Real Madrid esbozara en breve a unas águilas galácticas de altos vuelos, pero el sábado en la noche su equipo fue maltratado ante su público. Ni el impulso que significó abrirles la puerta con un penal rigorista las llevó al éxito. En contrapartida, el equipo de la UNAM bordó lo sublime, Andrés Lillini sacó máximo rendimiento a esa partida de foráneos de larga zancada y nombres casi desconocidos que adquirió en el remate de piernas del mercado sudamericano. No hubo dinero para lujos.
Lillini y su directiva resistieron el temporal de las críticas cuando iban en penúltimo lugar, hay quien da mérito al retorno a la guarida de Miguel Mejía Barón, lo más probable es que sea un cúmulo de afortunadas circunstancias; sin embargo, el factor principal fue el ventanal abierto de par en par llamado repechaje. El rival a vencer hoy son los Pumas, porque de coronarse el equipo que terminó en el sitio 11 acentuaría lo absurdo, mediocre e inverosímil del torneo. Los rojinegros tienen la palabra.
Quizás Atlas no sea campeón, pero es ya un éxito rotundo para Alejandro Irarragorri. Sus maniobras, su labor de oficina y de relaciones públicas hicieron lo que en las canchas –bajo la gestión de TvAzteca– había sido imposible: por fin los zorros están lejos de la zona de quema. Valió la pena quitar el ascenso y descenso, aunque la liga esté enlodada en el desprestigio por perder su esencia deportiva… Y con otro poco de trabajo y un cachito de suerte abatirán esos 70 años de maldición.
Las cosas se siguen haciendo sobre las rodillas y a impulsos. Luego del papelón del Tri ante Estados Unidos y Canadá, los federativos concluyeron que bastará un año de sacrificar lo sacrificable; es decir, el calendario del torneo regular será de goma, y quizás también la liguilla (puede que ahora sí sea campeón el América), para dar apoyo a manos llenas a la selección nacional. No queda de otra, hay mucho por trabajar, más bien todo, pues quedó la impresión de que Gerardo Martino debe arrancar desde cero.
El futbol femenil reclama el escenario. El viernes arrancan los cuartos de final y se puede olfatear emociones a granel, porque si bien es cierto que Tigres tuvo el liderato de inicio a fin, las Rayadas apretaron el paso en la recta final. Las chicas de Roberto Medina son la inspiración del resto, obligan a los demás equipos a brindar el extra, como hicieron Atlas, Chivas y el mismo América. Las Guerreras del Santos, Xolas y Cruz Azul resultaron una agradable sorpresa, aunque en los momios están en desventaja.