Una nueva forma de violencia, que afecta sobre todo a mujeres y potencialmente a menores de edad, alcanzó niveles preocupantes: emergió con la pandemia por Covid-19 y se trata del zoombombing o troleo, cometido durante reuniones virtuales escolares, familiares, sociales o laborales.
Es un ataque dirigido a espacios digitales en tiempo real que cuentan con audiencias predominantemente femeninas y consiste en tomar el control de lo que aparece en las pantallas del público y así muestran contenidos no solicitados sobre sexualidad explícita u otros temas perturbadores, como los relativos a la xenofobia.
Mariel Domínguez, integrante del colectivo Luchadoras y una de las encargadas de la Línea de Apoyo contra la Violencia Digital, comentó que esas irrupciones no son privativas de la plataforma de reuniones en Zoom, aunque por ser una de las más usadas se bautizó a esa violencia como “bombardeo en Zoom”. Por ello, esa aplicación añadió funciones de seguridad para impedir invitados no deseados.
Precisó que incluso en “ataques coordinados” no sólo muestran fotos de pornografía, sino “escenas sexuales en vivo, como actos de masturbación”.
Al presentar el informe Frente al amor tóxico virtual: un año de la Línea de Apoyo contra la Violencia Digital, elaborado por Luchadoras, sostuvo que, de acuerdo con los reportes recibidos sobre esos “bombardeos”, éstos fueron ejercidos “en la mayoría de los casos por hombres” y van destinados a audiencias femeninas, al “tomar el control de la función de video o ‘compartir pantalla’” y así muestran esos contenidos sorpresivos. Esta práctica ha ocurrido en diversas partes del mundo.
Wendy Figueroa, directora de la Red Nacional de Refugios (RNR) declaró a La Jornada que “no estamos seguras en ningún espacio, nos parece alarmante que 26 por ciento de niños y niñas que han llegado a los refugios nos comenten situaciones de violencia al acceder a su plataforma escolar, es sumamente lamentable”.
Reconoció que ella misma ha vivido esa hostilidad, y ha tenido que cerrar sesiones virtuales.
“Cuando participamos como defensoras de derechos humanos en alguna conferencia en plataforma virtual, y no controlamos nosotras el aspecto tecnológico, hemos tenido invasiones de troles, de violencia sexual cibernética muy explícita; es bombardeo y sabotaje.
“Solemos abandonar el foro, y crear otra liga, porque no sólo es el tema de lo que exhiben, sino que pueden entrar a cualquiera de las computadoras de los ahí reunidos.
“Sabemos que lamentablemente el patriarcado es como la humedad: está en todos los espacios. Por lo anterior, en los talleres digitales que impartimos en la red de refugios los ingresos virtuales están muy controlados, no es un liga de acceso público, nosotras (en la RNR) tenemos aplicaciones que detectan software malintencionado”, con el fin de evitar que los hackers ingresen a los dispositivos, violenten y hasta causen otros daños.