La Habana. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, encabezó ayer una multitudinaria marcha de jóvenes para recordar el 150 aniversario del fusilamiento de ocho estudiantes de medicina, uno de los crímenes del colonialismo español más repudiados en la isla.
“Cadáveres amados, los que un día / ensueños fuisteis de la patria mía”, señaló el mandatario en una cita del poeta y político cubano José Martí. “Se cumplen 150 años del atroz crimen del 27 de noviembre de 1871. Contra el odio que juzgó y fusiló a ocho jóvenes inocentes, caminamos hoy”, escribió el mandatario cubano en su cuenta de la red social Twitter.
En la caminata de unos cuatro kilómetros, desde la Universidad de La Habana hasta el monumento que perpetúa la memoria de los ocho jóvenes asesinados, cerca del castillo de San Salvador de La Punta, en el casco histórico de La Habana Vieja, participaron estudiantes universitarios y de otros niveles de enseñanza, junto a dirigentes del gobierno.
La multitudinaria marcha de recordación sirvió además para mostrar apoyo al gobierno cubano, 12 días después de un intento fallido de marcha antigubernamental que no se realizó a pesar de su extendida convocatoria.
El fusilamiento en Cuba de los estudiantes de medicina fue un crimen imperdonable cometido por las fuerzas colonialistas españolas que dominaban la isla, según historiadores.
Los ocho alumnos del primer año de medicina de la Universidad de la Habana fueron fusilados por la presión del Cuerpo de Voluntarios de la capital, después de un proceso amañado y bajo amenazas, que puso en tela de juicio el ejercicio de la justicia del gobierno colonial de la isla, según Fermín Valdés Domínguez (1852-1910), uno de los sobrevivientes de este macabro acontecimiento.
Las razones del crimen están descritas en un libro de Valdés Domínguez, que recoge los días de terror que vivió la ciudad entre el 24 y el 27 de noviembre de 1871 y el calvario de 45 estudiantes de medicina que fueron sometidos a un consejo de guerra, supuestamente por dañar la tumba de un periodista español –Gonzalo de Castañón– en el antiguo cementerio de Espada.
Las víctimas fueron Alonso Álvarez de la Campa, de 16 años de edad; Anacleto Bermúdez (20), José de Marcos y Medina (20), Ángel Laborde (17), Juan Pascual Rodríguez (21), Carlos de la Torre (20), Eladio González (20) y Carlos Verdugo (17).
El resto de los jóvenes fueron condenados a diversas penas de cárcel con trabajos forzados en las canteras.
La historia de Cuba también recuerda la valiente actitud del capitán del ejército español Federico Capdevila, quien se negó a firmar la sentencia de los estudiantes, en un gesto que la historia recoge como digno, y partió su espada en símbolo de protesta por la decisión impuesta.
De él dijo José Martí: “España, en aquella vergüenza, no tuvo más que un hombre de honor: el generoso Capdevila, que donde haya españoles verdaderos, tendrá asiento mayor”.
Años después, un hijo de Castañón reconoció que la tumba de su padre nunca fue violentada, reconociendo la inocencia de los 45 estudiantes encausados y de los ocho que perdieron la vida frente al paredón de fusilamiento.