Frente a la necesidad de descarbonizar el mundo, insistamos en la importancia de electrificarlo cada vez más, aceleradamente si es posible, pero con renovables que resuelven adecuada y justamente su intermitencia y variabilidad.
En las que se debe considerar –como en todas las fuentes debiera hacerse– su huella de carbono antes y después del consumo. No se valen mentiras ni negocios turbios, es una urgencia social.
Sí, hay interrogantes, pero con base en la tecnología actual, por el momento sólo una electrificación dinámica y una cuidadosa desfosilización (generar cada vez menos con fósiles) permitirán alcanzar un balance cero de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Pero hay que destacar –complementariamente y como investigadores especializados lo señalan– la similar urgencia de acelerar los procesos orientados a ganar en eficiencia, no sólo en la producción para abatir costos y emisiones, sino en la transformación de energía final en formas de energía útil, también para abatir costos y mitigar emisiones. Esto requiere compromiso social y políticas públicas adecuadas. El panorama es muy complejo.
A nivel mundial la electricidad sólo proporciona 20 por ciento de los requerimientos de esa energía fina, con desigualdades severas en los sectores: cuarta parte en el residencial, mitad en el comercial, menos de la tercera parte en el agrícola, menos de la tercera parte en el industrial y apenas uno por ciento en el transporte.
¿Por dónde y hasta dónde profundizar la electrificación? Además, la generada por los fósiles aporta 65 por ciento del total. ¿Cómo impulsar la desfosilización? El consumo de carbón, petrolíferos y gas natural para generar electricidad arroja 38 por ciento de las emisiones de GEI en el mundo.
Por condiciones muy particulares, en países como Finlandia, Noruega y Suecia la electricidad cubre, respectivamente, 27, 47 y 32 por ciento de los usos finales de energía y las fuentes limpias en el proceso de generación (siempre hay que observar la huella de carbono para hacer un balance justo) tienen participaciones absolutamente mayoritarias. ¡No es el caso general! China resuelve 24 por ciento de sus requerimientos de energía final con electricidad, pero los fósiles generan 71 por ciento, sólo el carbón, 68 por ciento.
En India la electricidad resuelve 17 por ciento y los fósiles aportan 74 por ciento de la electricidad. Tremendo reto para el mundo.
¡Y qué decir para nuestro país, donde la electricidad resuelve 20 por ciento de los requerimientos finales y se genera en 81 por ciento con fósiles! Esto hay que recordarlo a propósito de la reforma propuesta. Es muy grande el compromiso a enfrentar. La perspectiva exige gran visión, planteamientos estratégicos sólidos, amplio consenso social y políticas públicas adecuadas.
Asimismo, la urgencia de ganar competitividad en el marco de la competitividad conjunta con Canadá y Estados Unidos. Tremendo reto.
Sí, es imperativa tanto la penetración de la electricidad en el balance final, como la penetración de renovables en la electricidad generada y el impulso continuo a la eficiencia en todos los órdenes. Firme en el consumo final. Pero sin olvidar –nunca, por favor– que estas renovables no sólo son intermitentes y volátiles (algunos gustan decir variables) por lo que requieren respaldo, generan problemas delicados a las redes, que requieren gran atención. De veras.
N.B. Gran pérdida del doctor Daniel Reséndiz Núñez. Mexicano ejemplar en todos los sentidos: técnico, científico, humano. ¡Qué pena! ¡Mucho lo extrañaremos! Gran abrazo a su familia.