Plantar árboles de Navidad en los bosques protege los suelos de conservación, regenera el medio ambiente y mantiene a familias, por lo que “cortar uno significa la siembra de otro, pero si la gente no compra, no hay siembra”, dijo Israel Hernández, representante de comuneros del Ajusco.
Ayer empezó la venta de pinos navideños en 17 puntos de plantación localizados en la zona boscosa de Tlalpan. La oferta es un árbol fresco, de mayor duración y sin reventa porque es un trato directo entre productores y las familias.
Sus precios van de 900 a 3 mil pesos, según su tamaño y la especie que se elija de las tres que en el Ajusco se producen: vikingo, oyamel y seudotsuga mensiezii.
Decenas de familias acudieron al paraje Poza del Indio y subieron el cerro para escoger el de su preferencia. Padres y niños cortaron un pino para llevarlo a sus hogares.
Raúl Cervantes dijo que desde hace varios años acude a este lugar motivado por la ilusión de sus hijos por cortar el árbol; comentó que pese a la pandemia el año pasado también estuvo ahí: “Con el encierro teníamos que crearles un ambiente de esperanza”.
Los productores señalaron que pese a las medidas de confinamiento el año pasado las ventas no bajaron y ahora venden de 100 a 150 árboles por fin de semana; sin embargo, reconocieron que hay un aumento de precios, de 10 a 30 por ciento, por la inflación.
Durante todo el año 50 familias trabajan los bosques en Tlalpan en la siembra de árboles de Navidad, mujeres y hombre se ayudan entre sí “y los que estamos en la producción no nos cobramos, porque la inversión se recupera al final del año”.
Por su parte, la alcaldesa de Tlalpan, Alfa González, informó que se espera una derrama de 25 millones de pesos con las ventas, lo cual ayudará a la reactivación de la economía.