Ciudad de México. La eventual cuarta ola de una pandemia que no termina de irse ha puesto a temblar a todos los mercados financieros del planeta, al tiempo que es utilizada como pretexto ideal para desatar otro embate especulativo en el ámbito bursátil, cambiario, financiero y lo que se mueva. Para efectos internos, esto último ha pegado ya al tipo de cambio y al principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores, en vías de empeorar.
De todos es conocido que, en la kermés de los eufemismos neoliberales, la denominada “sensibilidad” de dichos mercados no es otra cosa que la especulación desatada, que entre las patas se lleva la estabilidad de no pocas economías en el mundo, y la mexicana no está exenta de este tipo de acciones. Recuérdese, por ejemplo, que a principios de octubre de 2009 –con Borolas en Los Pinos– un grupo de consorcios –mexicanos y foráneos, es decir, los de siempre– desataron un brutal embate contra la moneda nacional y en cuestión de horas tal acción al país le costó más de 10 mil millones de dólares, y los autores de tal agresión quedaron tan frescos como lechugas, pues los gobiernos “amigos” les garantizaron impunidad absoluta.
Y no fue una sola acción concertada contra el tipo de cambio, pero la maña se les quedó (son especialistas en la materia, de hecho) y el jugoso negocio también. Por eso ahora los grupos especuladores vuelven a atacar con el pretexto de la supuesta cuarta ola de Covid-19, es decir, los mismos que han resultado únicos ganadores, y por mucho, de la primera a la tercera de esos “oleajes”, por llamarlos así.
En vía de mientras, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) reconoce que “la depreciación del peso refleja la salida de capitales que ha estado presente durante los dos últimos años y que se exacerbó por las noticias de los últimos días”, al tiempo que advierte que la economía mexicana registra “su mayor desafío de los últimos 25 años. Durante las últimas semanas se han acumulado cifras que permiten tener una lectura del entorno que enfrentan tanto la sociedad como el sistema productivo nacional. La crisis de 2020 y el preámbulo del retroceso industrial observado en 2019 se tradujeron en un cambio estructural que restringe las posibilidades de crecimiento y desarrollo económico”.
El IDIC refiere que la más reciente información (Inegi) sobre el producto interno bruto (PIB) del país refleja la realidad nacional (que el país arrastra desde hace al menos cuatro décadas): “empleo mal remunerado; micro y pequeñas empresas con problemas para subsistir; aumento en pobreza e informalidad; problemas en las cadenas globales de suministro”.
Por ello, considera, “es el momento de apoyarse en las medianas y grandes empresas para dar empuje a las pequeñas y microempresas, y dar apoyo, estabilidad y evolución a las cadenas de valor. Se prevé que la senda inflacionaria continúe hasta el primer cuatrimestre de 2022, aumento que inició desde mayo de 2020”.
Con todo, el IDIC estima que la economía mexicana crecerá alrededor de 5.8 por ciento en 2021, aunque subraya que urge “una nueva estrategia industrial, una coordinación política económica para la implementación de un nuevo programa de desarrollo que sea guía de inversiones y modifique la tendencia a la baja”.
En su balance, el IDIC señala que el año que está por concluir “mostró los claroscuros que prevalecen”: si bien el PIB crecerá cerca de 6 por ciento, se registran “cuatro características que deben considerarse”. Tal avance “es resultado del incremento alcanzado durante el segundo trimestre del año, producto de la comparación respecto de la caída histórica del mismo periodo de 2020; una evidente desaceleración que se acentuó durante los últimos meses de 2021: un aumento de sólo 0.9 por ciento (con cifras originales); el aumento de pobreza e informalidad, así como de la disminución de la clase media, lo que muestra la realidad del consumo privado. La sociedad mexicana tiene menor capacidad de gasto porque se han restringido las oportunidades laborales formales bien remuneradas” (algo, que dicho sea de paso, es característica del régimen neoliberal).
Las rebanadas del pastel
Dicen las malas lenguas que en las instalaciones de la Secretaría del Trabajo se apersonó el Mariachi Vargas de Tecalitlán para entonar Las Golondrinas, con dedicatoria a la ocupante de la oficina principal de esa dependencia del Ejecutivo (con copia para El Padrino).