El asesinato brutal y aterrador de una jovencita que es devorada por el amo desata la demanda de venganza en la novela Matarratas, del escritor jalisciense Antonio Ortuño (Zapopan, 1976), quien conversa con La Jornada: “Creo que los jóvenes lectores no viven en una burbuja”. Aunque la historia de caballeros y luchas con espadas ocurre en un país imaginario, “para el lector joven mexicano, iberoamericano, no es una sociedad imaginaria ni un mundo de evasión. Es cierto, son aventuras y hay mucho de imaginación y de lúdico, pero también hay mucho que conecta con la realidad y con lo que conocen. La imaginación, si no tiene un ancla en la realidad y en la experiencia humana, es un poco como delirio”.
El autor presenta este libro mañana, en la 35 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, acompañado por Renée Carvajal y Benito Taibo en el Salón 8 a las 19 horas. La charla se transmitirá en vivo por redes sociales y en la plataforma de la FIL.
Una escena sangrienta y desconcertante inicia el relato, donde el peligro acompaña a la sicaria Matarratas, quien, a cambio de una buena cantidad de oro se enfrentará al poderoso señor de Ciudad Lago, sin saber que es parte de una conspiración de poder.
Un joven misterioso y escuálido, llamado Clavo, y la frágil niña Agua la acompañarán en la consigna de muerte.
“Antonio Ortuño vuelve a la novela juvenil con una trepidante historia de aventuras sobre la justicia, el poder y el instinto de supervivencia”, se anuncia en la contraportada.
“Las historias que implican violencia existen en la fantasía, la ciencia ficción, el terror y, desde luego, en el realismo. Es parte de lo que enfrentan los jóvenes, sobre todo en un país como éste; desde hace muchos años esa violencia no es nada extraña. Además, tiene mucho que ver con lo que uno escucha en la escuela o en el barrio. Siempre están planeando sobre nosotros, son aterrorizantes y también forman parte de nuestra experiencia.”
En este contexto, el personaje principal es Matarratas, “una chica migrante que llega a la ciudad sin nada, vive como paria y tiene que recurrir a la vida de antiheroína para sobrevivir”.
Explica: “No creo que la literatura para jóvenes no tenga que abordar esos temas. Quizá la única diferencia con la literatura en general sería que los jóvenes prefieren una narrativa más dinámica, más ágil y con un lenguaje más rápido, con el que conecten mejor. Esas son las características en las que me fijo cuando escribo un libro destinado al público joven. Pero no trato de dulcificar ni tratarlos como niños. Los adolescentes lectores son tremendamente agudos y listos, es justo la etapa en que empiezan a tomar contacto con los aspectos más oscuros, ambiguos o desazonadores de la vida”.
Matarratas, “libro pequeño, irresponsable y lleno de sangre”, describe el propio autor, es un homenaje a los escritores que le abrieron la infantil puerta de la literatura, que inocularon el amor por la aventura y los mundos imaginarios, y al niño de 12 años que quería leer, pero, sobre todo, escribir un libro como éste. Y enumera a tres decenas de autores que marcaron su mente. Desde los 12 años planeaba las páginas que ahora publica editorial Océano. “He intentado escribir esta novela toda la vida”. No había ocurrido por escribir otras, “y no se parecen nada a ésta”.
La corrupción y la impunidad caracterizan a Ciudad Lago, fundada sobre agua y de la que ya sólo quedan restos polvorientos. Una rebelión expulsó a los reyes y su corte durante la Revolución Gloriosa, ahora gobierna un consejo, pero para los siervos todo es igual.
“La cosmovisión de un escritor tiene que ver con cómo le da forma al mundo imaginario. Por ejemplo, el cristianismo medieval de Tolkien lo lleva a escribir El señor de los anillos, con la lucha del bien contra el mal, la heroicidad, el sacrificio, todo contenido en esa espiritualidad de un erudito católico. O la serie Terramar, de Le Guin, especialista en filosofía oriental.
“En mi caso, mi cosmovisión escéptica, casi nihilista, se tenía que colar en la formación de un mundo imaginario. No podía escribir algo sobre héroes impolutos, buenos y maravillosos, cuando mi experiencia en lo social es distinta. En todo caso lo que puedo aportar al género es esa visión que es diferente a la de enormes maestros, porque procedo de una situación cultural y social también”.