Con violonchelo en mano, Yo-Yo Ma se pregunta: “¿Cuál es nuestro lugar en el universo? ¿Cómo pueden el asombro y la admiración darnos esperanza y claridad?” La majestuosa vista del Gran Cañón del Colorado, el conocimiento ancestral de los pueblos originarios del norte del continente americano y las notas de Bach fueron el método para indagar respuestas en la sabiduría de la voz de las montañas a 2 mil metros de altura.
“Tuve la fortuna de pasar dos días en el Gran Cañón la semana pasada, explorando estas preguntas y otras más, con artistas, científicos, líderes culturales y mayordomos nativos de algunas de las 11 tribus que han llamado hogar al Gran Cañón durante milenios”, publicó en sus redes sociales el pasado fin de semana, mensaje que acompañó con fotografías en las que se le ve con su instrumento al filo del acantilado o mirando al firmamento rebosante de estrellas.
Esperanza y claridad fueron las palabras que convocaron en el parque nacional en Arizona, en Estados Unidos, que resguarda la gran garganta forjada por el agua a lo largo de millones de años. Entre los videos compartidos, se le ve ascender por una vereda y, al encuentro con el abismo bordeado por los colores de la roca, se le observa llevar las manos a la cabeza asombrado y con gesto conmovido.
Fue invitado para conocer la riqueza cultural y natural del sitio, además de reunirse con tres generaciones de artistas indígenas, quienes forman parte del proyecto de enseñanza de compositores nativoamericanos del Festival de Música del Gran Cañón.
“Juntos exploraron el significado de escuchar el mundo que te rodea y responde con expresiones humanas. Los estudiantes compartieron cómo quieren formar a las siguientes generaciones de cultura como parte de su tierra y sus comunidades”, se explica en la página web del músico francoestadunidense de 66 años.
Se relata que Yo-Yo Ma visitó la tierra sagrada del paisaje estadunidense para explorar la forma en que las lecciones acerca del tiempo, la naturaleza y nuestra relación con ambos pueden ayudarnos a dar forma a un futuro mejor. “El Gran Cañón hace visible millones de años de la historia planetaria. Ha sido sitio sagrado de la humanidad desde que caminamos por la Tierra por primera vez y es hogar de 11 tribus nativas”.
Con la mirada fija en las cordilleras, entre una cavidad rocosa, el arqueólogo navajo Jason Nez recita: “A través del Cañón he visto la vida y la muerte justo enfrente; tus padres y tus abuelos, todo está aquí enfrente de nosotros, y la gente no lo ve. El tiempo no es un número, es un sonido, un color, un sentimiento, es todo, las hojas, los árboles”.
Yo-Yo Ma suelta notas al aire, mientras escucha ensimismado, como si sus manos tuvieran vida independiente y produjeran sonido de manera instintiva. Los tonos tornasol que iluminan las montañas se reflejan en el instrumento de madera que entona la sabiduría del tiempo y la tierra. Y el canto, inserto entre las rocas, prosigue: “Los humanos son una ínfima parte de la vida en la Tierra, de la galaxia, de la infinita oscuridad”.
Yo-Yo Ma, quien vive unido a su instrumento desde la niñez y a los ocho años ya tocaba junto al legendario Leonard Bernstein, que lo mismo se desplaza por las salas de concierto más afamadas en el mundo, entre la solemnidad de las altas esferas de la música clásica, que también lleva su música a hospitales, calles y plazas públicas, como hizo en el Monumento a la Revolución, en la Ciudad de México, en 2019.
Recientemente publicó su disco Songs of Comfort and Hope, junto a la pianista Kathryn Stott, inspirado en una serie de grabaciones realizada durante los días de confinamiento por el Covid-19, para ofrecer consuelo y conexión ante el miedo y el aislamiento, con 21 arreglos modernos a melodías folclóricas tradicionales, canciones canónicas, de jazz y pilares del repertorio clásico occidental.
En los comentarios a uno de los videos, el de la canción irlandesa Londonderry Air, le escriben: “Perdimos a mi suegro por Covid y esta era su canción favorita. Mi sobrina la cantó para él en una videollamada la noche anterior a su fallecimiento. Siempre tendrá un significado en mi corazón. Esta bella interpretación es muy sanadora para mí, y quiero agradecer por compartirla y ayudarme en tiempos de dolor”. Ahí mismo, un camionero le relata que su esposa lo llevó a verlo tocar con la Filarmónica de Buffalo en 2000. “No podía creer lo maravilloso que me sentía. He estado escuchando música clásica desde entonces. Gracias, Yo-Yo Ma. Bendigo a tu madre por darte a luz”.