Para reducir el impacto económico de la emergencia sanitaria ocasionada por el Covid-19 en la población indígena, la Secretaría de Pueblos, Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes gestionó la entrega de apoyos de programas emergentes.
También se les dio seguro de desempleo y financiamiento microempresarial a 6 mil 697 personas, además de atender y dar seguimiento a casos de contagios en ese sector de la sociedad, en el que ha habido 266 defunciones y 4 mil 217 contagiados.
En su comparecencia ante el Congreso capitalino con motivo de la glosa del tercer Informe de gobierno, la titular de la dependencia, Andehui Ruiz Mondragón, dijo que se elaboraron materiales preventivos en ocho lenguas distintas y para apoyar a las comunidades en la comercialización de sus productos se generó un tianguis artesanal virtual en el que participaron 191 productores.
Afirmó que fue un reto lograr la efectiva aplicación del marco legal de la ciudad, al coincidir con el diputado Héctor Díaz Polanco, de Morena, en que si bien hay avances en el reconocimiento de derechos y proyectos redistributivos para atacar rezagos en educación, salud y servicios, falta avanzar en el ejercicio pleno de su autonomía y sus propias formas y mecanismos de participación política.
Por otra parte, al continuar la vacunación contra el Covid-19 para rezagados y adolescentes con comorbilidades, ayer acudieron a la Biblioteca Vasconcelos personas indecisas o temerosas de recibir el biológico, a casi un año de haber empezado la inoculación en el país.
Larisa, joven universitaria que acudió con una compañera de clases, comentó que ella no se aplicará la dosis a menos que sea obligada, “primero porque ya tuve Covid y segundo porque tengo familiares médicos que me dicen que la vacuna no garantiza que no te enfermes”.
Comentó que estuvo a punto de hacerlo, “en la escuela me pidieron vacunarme por el regreso, pero como un alumno dio positivo suspendieron las clases presenciales y me salvé de la vacuna”.
Por el contrario, menores de 18 años que padecen alguna comorbilidad llegaron gustosos al centro de inoculación, es el caso de Bruno, un pequeño con síndrome de Down que quería contar a todo aquel que se le acercaba que ya había sido vacunado.