Bogotá. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, visitó ayer Colombia para revisar el avance en la implementación del acuerdo de paz firmado hace cinco años entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en momentos en que se reporta el asesinato de más líderes sociales, defensores de derechos humanos y unos 40 firmantes del pacto durante el año.
“Estoy muy satisfecho por estar en Llano Grande y constatar de primera mano los logros de la paz”, manifestó Guterres, acompañado del presidente de Colombia, Iván Duque, y de Rodrigo Londoño, ex comandante de las FARC, desde Dabeiba, Antioquia, antiguo espacio territorial de capacitación y reincorporación donde vivía un grupo de ex combatientes tras entregar las armas y que ahora opera como un proyecto de confecciones llamado Hilos de Paz.
Guterres declaró que es necesario redoblar los esfuerzos financieros para garantizar tierra, vivienda y la sostenibilidad de los proyectos de los ex integrantes de las FARC, que hace cinco años abandonaron la lucha armada. Se solidarizó con los ex combatientes, activistas de derechos humanos e indígenas, víctimas frecuentes de ataques perpetrados por paramilitares o narcotraficantes.
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz ha contabilizado este año al menos 152 asesinatos de dirigentes sociales y defensores de derechos humanos, además de los homicidos de 43 firmantes de los acuerdo de paz o ex guerrilleros de las FARC. Registra, además, 88 matanzas con saldo de 313 víctimas.
Duque señaló que la apuesta de su gobierno es que la reincorporación de los ex guerrilleros sea exitosa para generar confianza entre la población y aseguró que apoya unos 3 mil 200 proyectos productivos, individuales y colectivos. Londoño, líder del desarticulado grupo guerrillero, convertido en el partido Comunes, comentó que pese a los obstáculos para la implementación del acuerdo de paz “mantenemos el compromiso”.
Durante la visita del secretario de la ONU, Estados Unidos anunció su decisión de excluir a las FARC de su lista de organizaciones terroristas, gesto que esperaban desde hace tiempo los miembros de la disuelta guerrilla. Ambas acciones marcaron el día previo al quinto aniversario de pacto que menguó sensiblemente el último conflicto armado de América que dejó cientos de miles de víctimas.
El histórico acuerdo de 2016 permitió que más de 13 mil integrantes de la desmovilizada guerrilla, incluidos cerca de 7 mil combatientes, se reintegraran a la vida civil, conformaran un partido político y depusieran las armas tras más de 50 años de enfrentar al Estado. El acuerdo puso fin a su participación en el prolongado conflicto interno, que provocó unos 260 mil muertos y millones de desplazados.