Malestar tropical. Un extraño sonido despierta de pronto, en la madrugada, a la investigadora botánica Jessica (Tilda Swinton), de visita en Bogotá para atender a Karen (Agnes Brekke), su hermana enferma. El impacto sonoro lo resiente en el cráneo, y éste se repite varias veces sin que nadie, fuera de ella, lo perciba. La experiencia es angustiosa. Jessica busca el origen y naturaleza de esa sensación, primero en un laboratorio de sonido, con la ayuda del joven Hernán (Juan Pablo Urrego), un ingeniero especializado en la materia, quien procura identificar y reproducir el ruido, a partir de sus archivos sonoros, y tal vez incorporarlo a su propia experiencia musical en la banda Ensamble de la Profundidad del Engaño. Poco después Jessica emprende un viaje a un lugar del Amazonas donde entra en contacto con otro Hernán (Elkin Díaz), un ermitaño maduro, depositario de un vasto archivo de recuerdos personales. Estas son apenas unas pocas claves para incursionar en Memoria (2021), el largometraje más reciente del director tailandés Apichatpong Weerasethakul.
Este primer trabajo suyo filmado fuera de su país, hablado además en inglés y en español, y protagonizado por actores extranjeros, es una relaboración de algunos de los temas recurrentes en su obra, de modo especial en Malestar tropical (2004) y en La leyenda del tío Boonmee (2010), en los que alude a la franja del mundo de lo terrenal y lo ultraterreno. Jessica llega a Colombia para investigar sobre hongos y orquídeas tropi-cales, y acaba incursionando en una zona metafísica en la que se confunden el pasado y el presente. Un lugar donde también se conjugan los sueños perturbadores y las maldiciones a los visitantes intrusos. La propia enfermedad inexplicada de Karen funciona como un presagio del malestar de Jessica o como una advertencia. El sonido que tanto inquieta a Jessica tal vez proviene de algún profundo sustrato en esa tierra extranjera abonada por combates y fenómenos telúricos e inundaciones, y a la que se ha aventurado la exploradora botánica.
Memoria es uno de los trabajos menos hermético y más meridianamente de este director en toda su filmografía, y posiblemente el más bello. La fotografía de Sayombhu Mukdeeprom es impecable y muy onírica, aunque donde más se afirma la genialidad de la obra es en su diseño de sonido, siempre un acierto en el cine del tailandés. Memoria revela una soberbia madurez artística.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional. 12 y 17 horas.