Ciudad de México. Fresco el recuerdo de su plática con Joe Biden, frente a los retratos de Franklin Roosevelt, Abraham Lincoln, George Washington, Thomas Jefferson y Alexander Hamilton, en el Salón Oval de la Casa Blanca, el presidente Andrés Manuel López Obrador describió de “muy buena” su visita a Washington el jueves pasado. Del resultado de la novena reunión trilateral México-Canadá-Estados Unidos no se desprendieron diferencias, “fue una cumbre progresista por sus coincidencias, diría que ningún problema, ninguna diferencia de fondo”.
Del trato prodigado por el anfitrión estadunidense, resultó tan bueno que dejó ver su caballerosidad con esta frase: “Espero que no hayamos cometido alguna imprudencia y que se sintiera que actuábamos de manera arrogante. Si lo hicimos, les ofrecemos una disculpa”.
Elocuente, el tabasqueño se dio tiempo en su conferencia matutina para narrar los sucesos que le revelaron el trato de respeto de los dignatarios de Canadá y Estados Unidos. El año próximo se realizará en México la décima edición de la cumbre.
Sus actividades en la capital estadunidense discurrieron en el terreno de la empatía, escucha y comprensión de los temas abordados, apuntó el mandatario mexicano.
La descripción de la reunión trilateral fue pródiga en datos. En orden fue enunciando los sucesos y lo que ahí ocurrió desde el jueves por la mañana y hasta la noche, primero en el Instituto Cultural de México en Washington, edificio histórico donde conversó con Justin Trudeau, entre otros temas, de la industria eléctrica, no sólo de la posibilidad de cooperar para modernizar equipos y turbinas, sino también le comentó que en nuestro país en el pasado se intentó destruir a la Comisión Federal de Electricidad y “habían utilizado la bandera de las energías limpias para hacer negocios sucios”.
Le aclaró también que no hay conflictos con las compañías mineras, aunque sí, durante el periodo neoliberal, fueron concesionadas 120 millones de hectáreas. “Le dije que nuestro país tiene 200 millones de hectáreas y habían concesionado 60 por ciento de la superficie del territorio nacional”.
Pasado el mediodía del jueves, en la oficina de la vicepresidenta Kamala Harris, relató López Obrador, “me llevó a conocer el edificio donde trabaja, que es histórico porque ahí era la antigua Secretaría de Marina de Estados Unidos y ahí estuvo Josephus Daniels como secretario de Marina, eso lo estuvimos platicando, eso en el tiempo que era presidente Woodrow Wilson, por 1914, 1915. Esa fecha no se olvida porque en 1914 nos invadieron en Veracruz”.
En ese tono, conocedor del sitio en que se encontraba, continuó: “Ahí trabajaba, todavía no era un funcionario de primer nivel, Roosevelt, que luego llegó a la presidencia, y cuando llega a la presidencia manda a su antiguo jefe, a Daniels, de embajador a México, que nos ayudó muchísimo porque él facilitó, como buen embajador, la relación entre el presidente Cárdenas y el presidente Roosevelt en momentos difíciles”.
En los diálogos, López Obrador habló a sus pares de las contradicciones del mercado, por lo que insistió en la necesidad de fortalecer a América del Norte para no depender del exterior, sustituir importaciones.
“Puse el ejemplo de que no era posible que por falta de chips o porque aumentó el precio del acero o porque se incrementó el precio del transporte marítimo, un consumidor de América del Norte tenga que esperar en lista hasta seis meses para poder adquirir una estufa, un refrigerador, un automóvil.”
De la oficina de Harris, el traslado fue a la de Biden. “Y después ya fuimos a la Casa Blanca, cruzamos ahí, se pudo haber hecho caminando, pero ahí el Servicio Secreto ya decide cómo nos trasladamos. Llegamos a la Casa Blanca y ya no salimos hasta la tarde-noche”.
En ese centro de poder, adujo, “pude recordarle al presidente Biden sobre el compromiso de regularizar a 11 millones de migrantes y se ha avanzado con ese propósito. También en la reunión trilateral les recordé que son 38 millones de mexicanos en Estados Unidos, y que por eso debía darse un trato respetuoso a nuestros paisanos, que no era justo ni se podía permitir el maltrato a los mexicanos que trabajan, que viven, en Estados Unidos”.