Extrañas familias. En Queridos vecinos (Favolacce, 2020), su segundo largometraje, los italianos Fabio y Damiano D’Innocenzo proponen, mediante el juego de palabras de su título original, Favolacce, una fábula negra, un relato inapropiado para niños o, si se prefiere, un cuento de hadas malignas. La acción del filme se sitúa en un barrio de la periferia de Roma, durante una canícula veraniega, en una atmósfera sofocante. Los realizadores arman el guion a partir de episodios en apariencia desvinculados unos de otros, que en realidad son retratos elocuentes de familias disfuncionales. La originalidad consiste en que, a pesar de haber un narrador omnisciente, al final todo se describe desde el punto de vista de cuatro niños muy enfrascados en el mutismo, testigos de los múltiples despropósitos y comportamientos bizarros de sus padres, siempre patéticos modelos de conducta.
El padre de uno de ellos, por ejemplo, atento a mantener un orden doméstico impecable y a obtener de sus hijos notas escolares intachables, pincha por la noche la alberca de plástico en el jardín de su casa y culpa de ese hecho a un grupo de gitanos que al parecer detesta. Ese exabrupto machista, aunado a la intolerancia del racismo, es apenas uno de los rasgos que ostentan varios personajes adultos de la cinta. En otro momento, vemos la tristeza resignada de una niña, a quien los padres deciden cortarle los cabellos a manera de castigo por una falta menor, con el pretexto de librarla así de los piojos. Los abusos de este tipo y un déficit casi total de comunicación entre padres e hijos, coloca a estos últimos en un estado de desasosiego y orfandad espiritual, mismo que exacerba un lunático maestro, resentido contra las autoridades escolares.
La visión de los hermanos D’Innocenzo es abiertamente pesimista y muy esquemática. En los adultos sólo se percibe mediocridad moral, autodesprecio y gestos vulgares y aquellos hogares que debieran ser espacios de cordialidad y convivencia familiar, se transforman en reclusorios virtuales donde la menor infracción infantil adquiere las proporciones de un delito grave. No sorprende así que la respuesta de algunos de estos preadolescentes se exprese en los actos violentos de una rebeldía instintiva. Uno de los temores en las recientes temporadas de confinamiento sanitario fue que ese estado de agresividad intrafamiliar pudiera verse estimulado y agudizado en muchos jóvenes. Algo de esa aprehensión latente se desprende del relato que proponen los directores. También el malestar de percibir cómo la toxicidad moral que ostentan aquí los protagonistas adultos puede trasmitirse de una generación a otra. Queridos vecinos coloca a sus espectadores ante un círculo vicioso. Una fábula en realidad muy negra, pero también un atisbo de esperanza.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional a las 13 y 18:30 horas.