La cultura y el arte son los principales pilares que mantienen el bienestar mental y físico de los adultos mayores que viven en la Residencia Cedros de Líbano. Esos dos aspectos sirvieron para afrontar un reto que nadie esperaba durante los meses de confinamiento por la pandemia de Covid-19, pues se tuvieron que implementar medidas de aislamiento para evitar contagios, pero se logró mantener el ánimo entre los habitantes.
“Pudimos disminuir los riesgos al máximo, sin afectar la parte emocional. Fue un trabajo arduo y constante para lograr que no se deprimieran nuestros residentes; en ello ayudó bastante que pudimos continuar con algunas clases artísticas a distancia”, explicó a La Jornada Marus Farah, directora del espacio ubicado en la colonia Olivar de los Padres.
Durante un año y ocho meses, añadió, lo más difícil fue cambiar el estilo de vida de las 60 personas que ahí tienen su hogar, “porque se pusieron en marcha varios protocolo. Al principio determinamos que no podían salir de la residencia o quien lo tenía que hacer ya no podía regresar hasta que los semáforos sanitarios lo permitieran.
“Por supuesto, ignorábamos cómo iba a desarrollarse la pandemia y que duraría tanto tiempo. Los primeros días de la contingencia fueron muy difíciles, porque les pedimos que no salieran de sus habitaciones, adonde les llevábamos sus alimentos; incluso, no se permitió que ingresara el personal de intendencia, por lo que cada quien se tuvo que hacer cargo de la limpieza de su cuarto. Fueron momentos muy desgastantes para muchos de ellos, pero así los protegimos.”
La Residencia Cedros de Líbano se distingue por la vitalidad de sus habitantes que siempre se encuentran enfrascados en actividades como el montaje de obras de teatro, la creación de obras pictóricas para exposiciones, cursos de historia del arte o animadas clases de baile.
“Todo ello forma parte de nuestro programa permanente de estimulación cognitiva, física, social y cultural. En tiempos de pandemia, pedimos a los maestros que continuaran con sus clases vía Zoom o que las grabaran. Hasta la fecha hay algunas sesiones que seguimos llevando a cabo de manera virtual, como la visita a museos a través de Internet.
“Tenemos un área especializada para personas dependientes, y ahí tampoco se detuvieron las actividades; las mismas enfermeras y gerontólogos programaron sesiones para trabajar, por ejemplo, el ritmo y el movimiento con música, que además levanta el ánimo.”
La celebración de los cumpleaños fue otra de las actividades que cobraron relevancia en tiempos de pandemia, además de todos los festejos nacionales. Durante la pasada celebración de Día de Muertos, además de la tradicional ofrenda, se pudo realizar un desfile-concurso de disfraces.
Lenta recuperación de la normalidad
Farah detalló que una vez que fue bajando el riesgo de contagios, luego de que se vacunó a todos los residentes y empleados, se pudo por fin recibir a visitantes por medio de citas y en un lugar específico, con todas las medidas sanitarias.
“Poco a poco se han recuperado también las consultas médicas y dentales, que ya eran muy necesarias. En algún tiempo estuvimos también checando en cada persona el gusto y el olfato, además de que hicimos muchas pruebas PCR.
“Valió la pena el esfuerzo, porque prácticamente ningún residente se enfermó. Tuvimos sólo un caso que, cuando mandamos su prueba al laboratorio, porque había comenzado a presentar síntomas; por desgracia, dos horas después el señor falleció. Fue muy rápido. Un par de días después nos entregaron los resultados y era positivo; en ese momento pedí a todos que se confinaran en su habitación durante 15 días.
“Fue muy duro, porque era Año Nuevo. Le hicimos la prueba a los 40 residentes y trabajadores del área donde había fallecido la persona y por fortuna nadie más salió positivo. Hasta la fecha no sabemos cómo se contagió o si fue un falso positivo, pero fue un dilema tremendo.”
Si bien cualquiera puede inscribirse a las clases artísticas que más le agraden, por lo general son 12 señoras las amantes del teatro, comenta con entusiasmo la directora del lugar.
“Ellas se encuentran ahora preparando las pastorelas decembrinas, con su profesor vía Zoom. Con esa actividad se estimula mucho la memoria, hablar ante el público; se la pasan bomba”, reitera Farah, para quien uno de los pendientes es ampliar los espacios arquitectónicos de la Residencia Cedros de Líbano (fundada en 2004, como parte de la Fundación Centro Libanés) con el fin de recibir a más personas, pues tienen una larga lista de espera de personas que desean pasar ahí una vejez activa y creativa.