En el maltratado estado de Zacatecas no todo son “groseras intromisiones” a cargo de líderes charros, sindicatos al servicio de patrones y autoridades cómplices. Continúa vigente una afición dispuesta a capacitarse como la mejor forma de fortalecer la rica tradición taurina y ganadera de bravo de aquella entidad.
Rafael Rojas, presidente del Círculo Taurino Zacatecano, informa que el pasado 13 de noviembre se reunieron las peñas Zacatecas, la Taurina de Fresnillo, la Juventud Taurina Zacatecas, la Taurina Jerezana, la Cuadrilla del Miedo, la Brava de Sol y la Cantera Taurina para una visita a la legendaria ganadería de Torrecilla, hace casi dos décadas propiedad de don José Bonilla Robles y Sergio Bonilla Gómez. El propósito fue comprobar la privilegiada vida del toro bravo en una ganadería y mostrar a la tauromaquia como un importante factor identitario, económico y turístico con siglos de arraigo en el incansable estado.
Felizmente también asistieron el secretario de Turismo, Le Roy Barragán Ocampo; la subsecretaria de Desarrollo Turístico, Esther Oralia Félix Estrada; el presidente municipal de Saín Alto, José Luis Salas Cordero, y diputados locales de Zacatecas representados por María del Mar de Ávila Ibargüengoitia, quien preside la Comisión de Desarrollo Cultural; José Xerardo Ramírez Muñoz, presidente de la Comisión de Turismo, y el diputado Manuel Benigno Gallardo Sandoval.
El recorrido comenzó en la hacienda de El Sauz, con una antigüedad de casi cinco siglos y que actualmente se encuentra en un concienzudo proceso de restauración para en un futuro próximo poder abrir sus puertas a aficionados y al público en general. Tras visitar dos potreros aledaños donde se pudo apreciar el insólito comportamiento de un becerro bravo con escasas horas de nacido, ya en la plaza de tientas la doctora Fernanda Haro Cabrero explicó con amena claridad los mitos y realidades de la fiesta de los toros. Enseguida, la tienta estuvo a cargo de los matadores Gerardo Adame y Ángel Espinoza Platerito, acompañados del novillero Raudel García, la cual fue explicada por el comentarista Ramón Francisco Ávila Yiyo, para concluir compartiendo el pan y la sal con los integrantes de todas las peñas. ¿Tomará nota el resto de las peñas taurinas del país de esta oportuna y beneficiosa relación aficionados-ganaderos-autoridades para llevarla a cabo en sus respectivos estados o seguirán pasmados con la pandemia?
Ojalá que la pérdida de posicionamiento de la fiesta de los toros en México pudiera atribuirse a animalistas y antitaurinos, pero los primeros responsables de esto han sido los que dicen saber más, los que presumen de entender mejor de toros, toreros y público, pero estos sabihondos confundieron emoción con diversión, bravuras con posturas y sometimiento con repetitividad, y lejos de mantener el interés del gran público, que no sabe pero siente, éste se fue desentendiendo de las componendas de los que sí saben, porque lo que esperaba no era divertirse, sino emocionarse con la confluencia de dos castas: la animal y la racional, sustento de la pasión inigualable que provocaba el sometimiento de una por parte de la otra.
Carmelo Pérez quedó destrozado por las astas de Michín, de la ganadería de San Diego de los Padres, el 17 de noviembre de 1929; 92 años después, Alejandro Adame recibe emergente oreja en la Plaza México tras mucho batallar con Chamaco del mismo hierro sin lograr someterlo, pero en el camino algo se conserva: el misterio perturbador de la bravura, de la sobreviviente indocilidad en un mundo domesticado.