Moscú. La diplomacia rusa debe hacer todo lo que esté a su alcance para mantener al máximo la preocupación que existe en los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que no respetan las líneas rojas que estableció el Kremlin y que nadie debe cruzar, afirmó ayer el presidente Vladimir Putin, apenas un día después de que –como recordatorio de sus posibilidades disuasorias– el ministerio ruso de Defensa reportó una nueva prueba exitosa del misil hipersónico Tsirkon en el Ártico.
Al hablar ante la plana mayor de la cancillería rusa, Putin dijo: “sabemos que hay ahí (en las capitales de países miembros de la OTAN) cierta preocupación. Y en ese sentido, creo que debemos hacer dos cosas: la primera es que esa sensación se mantenga en sus cabezas el mayor tiempo posible para que no se les ocurra hacer en nuestro flanco occidental ningún conflicto innecesario. Y la segunda, exigir que nos den garantías de seguridad a largo plazo”.
Para Putin, los socios occidentales de Rusia “por decirlo sin ánimo de ofender, no son muy confiables” y no respetan las líneas rojas que puso el Kremlin en el espacio post soviético, aparte de que “nada les cuesta desconocer los acuerdos que asumieron”.
No obstante, “hay que seguir negociando”, subrayó el mandatario ruso, quien puso de ejemplo el periodo en que Rusia y la OTAN parecían “firmes aliados” y, sin embrago, la alianza noratlántica hizo caso omiso de que no debía expandirse hacia el este.
El titular del Kremlin no podía dejar de referirse a lo que, en este momento, parece el escenario neurálgico de la confrontación: el mar Negro, donde unos y otros hacen peligrosas maniobras, teniendo como telón de fondo Ucrania y su irresuelto problema en las regiones rebeldes.
“A tan sólo 20 kilómetros de nuestras fronteras sobrevuelan aviones de la OTAN que portan armas muy serias”, al tiempo que “desestabilizan la situación al suministrar a Kiev armamento (ofensivo) moderno” y países como Alemania y Francia, que tendrían que cumplir su papel de mediadores, “instigan a Kiev a incumplir los acuerdos de paz de Minsk, llevando las negociaciones a un callejón sin salida”.
En cuanto a la ruptura institucional (casi definitiva) con la OTAN, Putin soltó: “Que no quieren cooperar con nosotros. Ni falta hace. La verdad tampoco queremos mucho”.
Lo mismo pasa con la Unión Europea, que –según Putin– “continúa alejándonos con sanciones, acciones hostiles y acusaciones sin fundamento”.
Rusia, señaló su presidente, está interesada en establecer vínculos constructivos con sus vecinos europeos, sólo hace falta que “nuestros socios muestren la voluntad necesaria para impulsar una relación respetuosa y equitativa”.
Putin indicó que, mientras Occidente trata de distanciar a Rusia y China, cuando las “relaciones estratégicas” entre éstos han alcanzado “el nivel más alto de su historia”, Moscú y Pekín “seguirán desarrollando su cooperación”.