Santiago. La campaña para las elecciones del próximo domingo en Chile cerró ayer dominada por una total incertidumbre respecto de quiénes serán los dos, de siete aspirantes presidenciales –seis varones y una mujer–, que lograrán pasar a la segunda vuelta a realizarse el 19 de diciembre, porque lo único cierto es que ninguno obtendrá ahora 50 por ciento más uno de los votos necesarios para hacerse del poder.
Hay favoritos, obviamente, pero el orden de llegada es impredecible por la sucesión de chambonadas, pavadas y escándalos de última hora, que castigan a unos para favorecer e ilusionar a otros que lucían liquidados.
Casi 15 millones de electores podrán elegir, además de presidente de la república, 155 diputados y 27 senadores (la mitad de la cámara alta), pero desde que el voto se tornó voluntario en 2012, la participación ha caído y en promedio no excede 50 por ciento, al punto que se planea reponer la obligatoriedad.
“Esta es la elección que presenta los más altos grados de incertidumbre desde el retorno a la democracia –afirma el analista político Mauricio Morales. Durante el periodo del voto obligatorio, casi todas las encuestas acertaban, pero en adelante la situación cambió y han sido muy imprecisas salvo en un par de ocasiones, en 2013 y 2017. En las últimas elecciones han fallado de manera rotunda, tanto como que para el plebiscito acerca de una nueva Constitución (octubre de 2020) algunas daban 80 por ciento de participación y votó sólo 50.9 por ciento.
“Ese desprestigio y la falta de precisión lleva a pensar que el escenario es de mayor incertidumbre respecto de elecciones anteriores”, agrega.
Las últimas encuestas publicadas hace casi dos semanas (está prohibido divulgarlas restando 15 días para los comicios) daban como punteros, con alrededor de 30 puntos, al izquierdista Gabriel Boric y al ultraderechista/pinochetista José Antonio Kast. Mucho más atrás aparecían la senadora democristiana Yasna Provoste (13 puntos), el oficialista “piñerista” Sebastián Sichel (9); el populista derechista Franco Parisi (8); Marco Enríquez-Ominami (4); y el ortodoxo izquierdista Eduardo Artés (2). Cuentas aparte, lo de Parisi parece burla: vive en Alabama, Estados Unidos, y rehúye venir al país porque tiene una deuda judicial por pensión de alimentos en beneficio de sus hijos cercana a los 250 mil dólares. Él lo niega, dice que es por el Covid-19.
Las cosas para Kast y para Boric se complicaron esta semana. El lunes, en un debate televisivo, Kast lo hizo pésimo y eso revivió las esperanzas de Sichel, que estuvo muy bien. Mientras para Boric –que acababa de superar dos semanas de desaciertos de su comando–, la embarrada llegó nuevamente antenoche: un reportaje periodístico reveló que su correligionaria y candidata a senadora Karina Oliva, en su reciente campaña a gobernadora de Santiago y que perdió apenas en segunda vuelta, realizó gastos desproporcionados y pagó sueldos millonarios a un grupo selecto de siete colaboradores, los cuales detalló en su rendición al Servicio Electoral, para obtener rembolso fiscal.
El caso, que tiene aristas penales e incluso la Fiscalía ya anunció una investigación, porque de acuerdo con las explicaciones de Oliva, esos pagos abarcan un periodo donde legalmente no es posible hacer campaña política, explotó como bomba en la candidatura de Boric, tanto así que el candidato presidencial públicamente la desautorizó y le quitó su apoyo.
“El gran problema ha sido el entorno de Boric, que prácticamente ha conspirado contra su candidatura. Primero, diciendo que 90 por ciento de su programa era el del Partido Comunista, después su vocera en materia económica diciendo que los ahorros de pensiones no iban a ser del trabajador, sino de un ente estatal; luego otro diciendo que el objetivo del futuro gobierno era inyectarle más inestabilidad al país; otra una vocera afirmando que las barricadas eran un acto legítimo de las personas cuando se ven desfavorecidas por el sistema; y ahora, lo de Oliva, que echa por tierra el discurso de transparencia, probidad y nueva política que quería imprimir el Frente Amplio”, detalla Morales.
Boric ha dedicado las últimas semanas más tiempo a explicar que a proponer –incluso saltó una denuncia de acoso sexual en 2012 en su contra que él negó y dijo estar disponible a enfrentar en todos los ámbitos–, pero aun así sigue con la primera opción de pasar a la segunda vuelta.
En cuanto a si la arremetida de Sichel le alcanzará para cazar a Kast, dice que es muy difícil porque los apoyos a su candidatura cayeron desde 20 a 7 por ciento, no tiene apoyo sólido de los partidos oficialistas y muchos parlamentarios lo abandonaron, “pero no podemos descartar absolutamente nada, sería una proeza que lo sobrepasara”.
Tras insistir por enésima vez en que “no descartamos ninguna sorpresa, han pasado tantas cosas que es imposible tener certezas”, sí anticipa que “el resultado debiese ser extraordinariamente estrecho” entre Boric y Kast. Y respecto de la relevancia de resultar primero, incluso por margen estrecho, la segunda vuelta siempre favoreció a quien ganó la primera ronda.