La actriz Luisa Huertas se dice una “soldadera del teatro, al pie del cañón”, mientras tenga vida. Recibirá este viernes, junto con su colega Diana Bracho, la Medalla Ingmar Bergman de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Huertas, con casi 53 años de labor actoral, y docente por casi cuatro, menciona a La Jornada: “Estoy agradecida por la vida de gozo que he tenido la oportunidad de vivir, desde que muy pequeña decidí ser actriz. Esta medalla reconoce no sólo mi trabajo, sino el de tanta gente maravillosa con la que me ha tocado vivir mi carrera”.
Ese acompañamiento, agrega, empezó desde la formación que le dieron sus padres, quienes le brindaron su apoyo incondicional. “En ese sentido voy a dar mi agradecimiento: las personas no nos hacemos solas; nos desarrollamos con base en lo que vivimos, en quienes conocemos y nos nutren, e incluso en quienes han puesto escollos en nuestro camino”.
La actriz sostiene que tanto el cine y el teatro, en los cuales ha repartido su trabajo, requieren mucho estudio y rigor. En el primero encuentra “un sentido de la exactitud y del control que se necesitan para estar con los cinco sentidos y más que tenemos lo actores puestos en una serie de aspectos técnicos”.
Hace énfasis en que “el cine me ha dado enormes satisfacciones, y me encanta hacerlo, pero mi patria es el teatro”, que es maravilloso e inigualable por el contacto de ser humano a ser humano.
Relata que su labor le ha permitido resarcir a la sociedad, por ejemplo, con el programa Respira Mexico para acompañar el proceso de rehabilitación de quienes tuvieron Covid-19, a cargo del Centro de Estudios para el Uso de la Voz, del que Huertas es confundadora y dirige desde hace 15 años.
Ficción tan real como la vida
Sobre su trabajo actoral, menciona que cuando construye un personaje hay puntos de identificación y, en ocasiones de rechazo, igual que en la vida, “porque lo que vivimos en el escenario es la ficción que debe ser tan real como la vida; por supuesto, cada personaje nos deja un aprendizaje.
“Lo maravilloso de la carrera de actriz es que vas descubriendo, analizando, comprendiendo, los diferentes contextos en los que se desarrolla el personaje, en la historia política, social, ideológica, religiosa que le toca vivir y de lo cual es producto.”
Por ejemplo, en la obra El diccionario, explica que fue muy entrañable hacer el personaje de María Moliner. “Soy hija de republicano, exiliado español, así que imaginarás lo que significó para mí. Además, mi padre, Alfredo Huertas García, también era escritor. Para mí, la lengua ha sido muy importante desde niña”.
Por ello, hacer a Moliner “fue un homenaje a mi padre y a la lucha de la República Española. Por supuesto, profundizar en lo que significó la República no sólo para ese país, sino también para nuestro México, por lo que implicó el acto de amor y solidaridad que tuvo el general Lázaro Cárdenas al recibir a los refugiados”.
Y María Moliner, explica Huertas, realiza ese gran Diccionario de uso del Español como “una venganza contra el fascismo, pero generosa, rica, llena de esfuerzo y de tozudez, de escribir a mano, en fichas, con una maquinita Olivetti”.
Hace énfasis en que el teatro es “la voz de la sociedad. Refleja la realidad de su pueblo, de su país y de la humanidad toda. Por eso, a pesar de que se la ha decretado la muerte, como dijo Víctor Hugo Rascón Banda, ahí sigue. No sólo seguimos: crecemos. Cuánta gente joven está involucrada en hacer teatro, porque ahí encontramos un medio de expresión, de disentir, de protestar, de amar y de ser generosos”.
La Medalla Cátedra Ingmar Bergman 2020-2021 le será entregada a Luisa Huertas y a Diana Bracho a las 19 horas de este viernes, en ceremonia transmitida a través de las redes sociales de la cátedra Bergman y por TV UNAM.