Madrid. Descalzo en el césped del Camp Nou, Dani Alves fue recibido ayer por una ovación de más de 10 mil personas durante su presen-tación ante los aficionados del Barcelona y afirmó que volvió para ayudar a que el club catalán pueda enderezar el rumbo.
“Vengo a guerrillear, no a pasar el tiempo y a vivir en Barcelona muy bien”, dijo Alves. “Llego para jugar y pelear un puesto. No es porque tenga muy buena relación con el entrenador o el presidente. Con mi trabajo voy a luchar e intentar aportar desde dentro y desde fuera”.
El lateral había estado sin equipo desde que se desvinculó del Sao Paulo de Brasil en septiembre. Firmó un contrato con el Barça hasta el final de la temporada, la primera del club sin Lionel Messi.
“El suelo es secundario”
La concurrencia de aficionados fue mayor cuando el presidente del club Joan Laporta presentó a Alves que cuando dieron la bienvenida al nuevo entrenador Xavi Hernández.
“Me puse muy pesado con el presi insistiendo que quería volver”, contó Alves. “Podía ayudar. Recibí la llamada de Xavi y lo demás fue muy fácil. Cuando uno quiere se consigue. La gente se centra en el sueldo, pero para mí no es importante. No es momento de pensar en eso, es tiempo de regresar y ayudar al Barça. Lo demás es secundario”.
El brasileño fue uno de los referentes de la era más rutilante del Barcelona, entre 2008 y 2016, aportando para que el club conquistara tres veces la Liga de Campeones, además de seis títulos del torneo local. Anotó 23 goles en 391 partidos con el Barcelona antes de irse para jugar con Juventus, París Saint-Germain y finalmente Sao Paulo, donde se peleó con los directivos por un dinero que se le adeudaba.
En una profunda crisis futbolística como económica, agravada por la repentina marcha de Messi, Laporta dejó la puerta abierta a nuevos rencuentros. “No descarto nada. Así sucedió con Dani”.