París. París recibe este fin de semana al pianista Chucho Valdés, leyenda del jazz afrocubano, para rendirle homenaje en su 80º cumpleaños, rodeado de amigos y admiradores, en la distinguida sala de la Filarmonía.
La descarga se inicia el viernes, con un primer concierto doble de homenaje, a cargo de Yilian Cañizares y El Comité. Continúa el sábado con un solo al piano del propio Chucho, seguido del estreno de "La Creación", una obra inspirada en la aparición de la cultura yoruba en Cuba.
Y la fiesta termina el domingo por la tarde, con un concierto de Chucho "and friends": nada menos que Paquito D'Rivera, Joe Lovano y de nuevo la joven violinista Yilian Cañizares.
"Es uno de mis ídolos. Siempre me acuerdo de cuando vino a tocar para nosotros Yo tenía 8 años y estudiaba el primer año de escuela de música en Cuba. Me enamoré del jazz", recuerda el pianista cubano Harold López-Nussa, de 38 años.
"Tocó un blues con tanto swing y simpleza… Estábamos todos por las nubes", añade el pianista, que estará al lado del maestro.
Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, Rubén González, Bebo Valdés (padre de Chucho)… todos esos ídolos del piano jazz afrocubano han desaparecido.
Chucho es el último superviviente. "Pertenece a la historia musical de nuestro país", añade Harold López-Nussa.
"Hay pocos pianistas y compositores que hayan llegado a esa cima", escribe el periodista francés Eric Delhaye, que actualizó recientemente la biografía del músico cubano.
Chucho Valdés bebió de la poción mágica musical de Cuba de la mano de su padre, Bebo. Iba para profesor, pero sus visitas al club Tropicana y a otros cabarés de La Habana, donde tocaba su progenitor, le inocularon la afición al jazz.
En 1964 funda El Combo de Chucho Valdés, su primera formación, en la que figura un músico que lo seguirá durante parte de su carrera: el saxofonista Paquito D'Rivera.
Contrariamente a su padre, decide quedarse en la Cuba castrista. En 1973 funda Irakere, una orquesta con la consigue hacer realidad sus ambiciones de compositor durante dos décadas.
Su nueva manera de enfocar el sincretismo musical cubano provoca sensación. La fama llega rápidamente.
"Con Irakere interpretaba a la vez jazz y músicas populares, durante el carnaval, en fiestas", recuerda Harold López-Nussa.
"En Cuba la música culta y la música popular se retroalimentan, en un movimiento de mestizaje e invención permanentes", declara a la AFP Fabrice Hatem, ex redactor jefe de la revista de tango La Salida y creador de un blog francés especializado en la cultura caribeña.
Después de Irakere, Chucho pasa a presidir formaciones musicales más pequeñas, cuartetos, tríos. El cantante francés Charles Aznavour solicita sus servicios, luego llega el turno del saxofonista Archie Shepp, uno de los padres del free jazz afroestadounidense.
"Chucho es el más virtuoso y al mismo tiempo el más sensible. Capaz de tocar 24.000 notas en un minuto, o tan solo una o dos. Todo lo que toca rezuma emoción", concluye Harold López-Nussa.