Las variaciones ambientales en los océanos –fundamentales para la vida ya que producen dos terceras partes del oxígeno que se respira, regulan el clima y albergan hábitats de alta biodiversidad– relacionadas con el cambio climático representan un riesgo para la pesca y acuacultura en México y, si no se actúa en consecuencia, impactaría la economía de 2.3 millones de personas que dependen de esta actividad, de acuerdo con un estudio de la organización ambiental Environmental Defense Fund.
En videoconferencia de prensa para presentar el documento “Cambio climático en México: recomendaciones de política pública para la adaptación y resiliencia del sector pesquero y acuícola”, académicos y representantes del sector pesquero destacaron la necesidad de implementar un programa nacional de pesca y cambio climático, además de crear un atlas de riesgo.
Leonardo Vázquez, miembro de la Sociedad Mundial de Acuacultura, señaló que 21 de las 25 pesquerías que tiene México y que contribuyen a 75 por ciento del volumen nacional –estimado en alrededor de 2.1 millones de toneladas de acuacultura y pesca– van a sufrir efectos adversos en cuanto a su captura comercial, por lo que el impacto será “tremendo para muchas” poblaciones y comunidades.
Las especies como el abulón, la sardina y la jaiba podrían sufrir reducciones superiores a lo que actualmente se captura y están en peligro de perderse.
José Luis Carrillo, presidente de la Confederación Mexicana de Cooperativas Pesqueras y Acuícolas, indicó que la pesca nacional “representa cultura, alimento y modo de vida” para alrededor de 300 mil familias que dependen de esta actividad de manera directa, mientras cerca de 2 millones más lo hacen de forma indirecta en la cadena de producción.
Según el estudio, que se elaboró en conjunto con Impacto Colectivo por la Pesca y Acuacultura Mexicanas, en el territorio nacional existen cerca de 13 mil comunidades costeras con distintos grados de vulnerabilidad en 17 estados del país, entre las que destacan Sonora, Sinaloa y Baja California como las de mayor prevalencia.
Comentó que “para el año 2050, bajo el escenario menos favorable, la pesca ribereña, la industrial y la acuacultura tendrán pérdidas en su productividad primaria de hasta 50 por ciento, debido a los incrementos en la temperatura del agua y cambios en el oxígeno disuelto”.