La crisis global del agua tiene sus raíces en la confluencia de dos grandes fallas críticas: la inequidad y la pobreza, generadas desde los sistemas socioeconómicos vigentes, y la de la insostenibilidad “que hemos provocado en nuestros ecosistemas acuáticos haciendo que el agua pase de ser el elemento clave de la vida a ser el vector de enfermedad y muerte más terrible jamás conocido por la humanidad”, afirmó el relator especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento de la ONU, Pedro Arrojo Agudo.
Además, expuso que sí hay problemas de escasez, pero la inmensa mayoría de las 2 mil 200 millones de personas sin acceso garantizado al agua potable “no son propiamente personas sedientas que no tengan el líquido en el entorno de su vida”, sino que viven junto a “una fuente contaminada”, ya sea un río, lago o humedal.
En el foro La Gestión del agua en el siglo XXI vista desde México, agregó que esta crisis global se agrava con las presiones y estrategias de privatización del vital líquido, la pandemia de Covid-19 y el cambio climático. Sobre este último tema, expuso que las estrategias de mitigación tienen que articularse en torno a la transición energética.
Arrojo Agudo resaltó que los dos ejes en los que es necesario centrar los esfuerzos si se quiere afrontar la crisis son “hacer las paces con nuestros ríos, con nuestros ecosistemas acuáticos” y “promover una gobernanza democrática del agua entendida como un bien común, bajo la prioridad de lo que llamo agua para la vida y no como una simple mercancía”.
En la rectoría general de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el relator especial también reconoció y valoró “la tremenda participación ciudadana” que se ha promovido en México en la elaboración de la ley general de aguas.
Por su parte, José Antonio de los Reyes Heredia, rector general de la UAM, al inaugurar el foro, señaló que de acuerdo con organismos como las organizaciones Mundial de la Salud y de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), 80 por ciento de las aguas residuales retornan a los ecosistemas sin ser tratadas o reutilizadas, mientras en el contexto del cambio climático se estima que 80 por ciento de los desastres del mundo están relacionados con el exceso o con la carencia del bien.
Ante estos indicadores, urgió avanzar hacia un modelo de gestión del recurso más cooperativo y de utilidad social, “lo que significa dar pasos decisivos hacia la disminución de la brecha de desigualdad”.