Varsovia. Las fuerzas polacas dispararon ayer chorros de agua y gas lacrimógeno en el puesto de control de Kuznica –cerrado desde hace una semana– a migrantes que de nuevo intentaron cruzar la frontera desde suelo bielorruso, mientras Varsovia acusó a Minsk de darles granadas de humo y armas.
GALERÍA: Polonia contiene a migrantes con cañones de agua y gas lacrimógeno.
En imágenes de video, publicadas por las autoridades de Polonia, se puede ver a migrantes lanzando botellas y troncos a través de la valla fronteriza temporal que les impide el paso a ese país miembro de la Unión Europea (UE), además de usar palos para intentar derribarla. Siete policías, un guardia fronterizo y un soldado resultaron heridos en el enfrentamiento, de acuerdo con el reporte.
Unos 4 mil migrantes, en su mayoría procedentes de Irak y Afganistán, viven en campamentos improvisados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia en condiciones cada vez más extremas y con temperaturas bajo cero, pero se cree que apenas un centenar participó en los ataques, señaló Anna Michalska, vocera de la guardia fronteriza.
Mariusz Ciarka, vocero de la policía, informó que se había “controlado” a los migrantes y apuntó que quienes atacaron recibieron granadas aturdidoras y gas lacrimógeno de los guardias bielorrusos, quienes observaban el enfrentamiento con un dron, pero sin intervenir.
Un niño kurdo de nueve años, a quien le amputaron las dos piernas, se encontraba entre los atrapados entre los lagos, pantanos y bosques de la frontera, después de que Polonia se negó a dejarlos entrar y las fuerzas bielorrusas les impidieron regresar.
“Podemos ver el enorme sufrimiento de las personas que se quedan en el limbo”, comentó al visitar el campamento Dunja Mijatovic, comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, organismo de vigilancia más grande que la UE que también cuenta con Rusia entre sus miembros.
Las potencias occidentales acusan al presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, de orquestar esta crisis desplazando a los migrantes a la frontera. Desde la semana pasada se reportan enfrentamientos cerca del paso fronterizo de Bruzgi-Kuznica, zona limítrofe oriental de la UE, donde centenares de migrantes se han aglomerado.
Lituania y Letonia también han reportado un fuerte incremento de los intentos de cruzar desde Bielorrusia desde el verano boreal. Al menos 11 migrantes han muerto en la frontera durante esta crisis, según reportes de prensa, el más reciente: un sirio de 19 años enterrado ayer en el pueblo de Bohoniki, al noreste de Polonia.
Lukashenko afirmó que quería evitar una “confrontación” en la frontera, pero sostuvo que “lo esencial ahora es defender nuestro país y evitar enfrentamientos”, reportó la agencia estatal de noticias Belta. Sin proporcionar detalles ni evidencias, afirmó que recibió información “de intentos de llevar armas al campamento de migrantes”.
Anatoly Glaz, vocero de la cancillería bielorrusa, acusó a las autoridades polacas de agravar esta crisis migratoria. “Vemos hoy desde la parte polaca provocaciones directas y un trato inhumano a los desfavorecidos”, aseveró.
El Comité de la Guardia Fronteriza Estatal y la cancillería de Bielorrusia aseguraron que investigarán las acciones de Polonia.
Rusia condenó el uso de gas lacrimógeno y cañones de agua en Polonia contra los migrantes, y el ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, aseguró que era “absolutamente inaceptable”.
“Tenemos que encontrar una manera de reducir la tensión, para asegurarnos de que el objetivo sea detener el sufrimiento”, declaró Mijatovic, quien pidió que las ONG y los medios de comunicación tengan “pleno acceso” a la frontera.
La UE y Estados Unidos anunciaron el lunes, por separado, ampliar las sanciones contra Lukashenko, que incluyen a personas o empresas que hayan fomentado este flujo migratorio.