La inflación en las economías más grandes de América Latina se ha disparado en el año y lleva como principal vector el encarecimiento de los alimentos, cuyos precios han aumentado hasta 18 por ciento desde enero de 2020, advirtió el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Entre las economías que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México destaca como el quinto país donde más se han encarecido los alimentos. El incremento de 8.4 por ciento que se registra en los precios de la comida, sólo es superado por Rusia, Colombia, Turquía y Argentina.
En un análisis enfocado a América Latina, el FMI detalló que en el primer año de la pandemia la inflación media en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú –las economías más grandes de la región– estaba por debajo del promedio de otros mercados emergentes. Sin embargo, en octubre fue más alta, con un promedio interanual de 8 por ciento.
Los principales bancos centrales de la región han elevado sus tasas de interés sin que la actividad económica se haya recuperado por completo. De acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, Brasil es dónde más rígida se ha vuelto la política monetaria, seguido de Chile. México ha ido al contrario porque la pandemia cimbró cuando dicha referencia estaba en 6.5 por ciento.
La carga más pesada
Al final, “la región se enfrenta a difíciles disyuntivas y tiene que encontrar un punto de equilibrio entre las inciertas perspectivas inflacionarias, con niveles de empleo aún muy inferiores a los observados antes de la pandemia, y una recuperación desigual del mercado de trabajo”, detalló el FMI.
La inflación por sí misma es un tema, pero ahora recargada en la comida redobla las preocupaciones. En América Latina los precios de los alimentos representan casi una cuarta parte de la cesta de consumo medio; por ello, en los hogares que se recuperan de la crisis del coronavirus, esta carestía deja menos recursos para gastar en otras necesidades básicas.
Al final, “la carga es más pesada para los hogares de bajo ingreso, que destinan una mayor proporción de sus ingresos a alimentos”.
El análisis del FMI estima que las presiones inflacionarias son temporales y la inflación a mediano plazo probablemente regresará a los niveles fijados como meta por los bancos centrales, pero al final no hay certezas. “El shock de la pandemia es peculiar y resulta difícil determinar su impacto en los precios de las materias primas, los cuellos de botella de la oferta y los crecientes costos de transporte”.