Roberto Mano de Piedra Durán, memorable ex campeón panameño, recuerda cada que puede que su padre era mexicano. Presume a la menor provocación su conocimiento sobre la cultura popular de este país, de Cantinflas a Pedro Infante. Por eso, dice, cantar con un mariachi que le sale del alma.
Un peleador que combatió con los mejores de una era a finales de los 70 y principio de los 80, tres peleas con Sugar Ray Leonard, Thomas Hearns, Marvin Hagler, entre otros, no desentona cuando canta rancheras.
“Me acuerdo de La vida no vale nada, esa la oí por primera vez en un cine de mi barrio, en Chorrillo, Panamá”, cuenta el ex campeón tras de interpretarla; “no vale nada la vida, eso es muy fuerte para un niño que creció en la calle como limpiabotas, como yo, y a pesar de eso nunca fui ladrón”.
En ese tono de bohemia, fiesta y nostalgia se celebró la 59 convención del Consejo Mundial de Boxeo en la Ciudad de México, muy emotiva tras dos años de la pandemia que paralizó al mundo.
La inauguración la hizo la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien tuvo un desliz al equivocar el nombre del organismo y dar la bienvenida a la Asociación Mundial de Boxeo y no al Consejo Mundial de Boxeo. Después del traspié, Julio César Chávez, junto a ella, la abrazó en un gesto de camaradería y el propio presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, reía relajado por la situación.
“Somos una ciudad con 95 por ciento de vacunados en habitantes mayores de edad”, dijo la jefa de gobierno; “el boxeo es uno de los deportes más queridos en esta ciudad y como ejemplo están las 80 escuelas comunitarias de esta disciplina. En este regreso a la actividad propongo un hermanamiento con el CMB y que en 2022 rompamos un récord Guinness con la clase de boxeo más numerosa del mundo en el Zócalo”.
A unos asientos de la jefa de gobierno estaba Floyd Mayweather, distante, aunque atento al reto que le propusieron de enfrentar a Julio César Chávez en una pelea de exhibición. “Si hacemos una pelea de exhibición te voy a poner una chinga”, bromeó Chávez. Floyd Mayweather, sobrino de un ex rival del mexicano, le respondió que lo vencería incluso con una mano atada, con lo que dejaron abierta la posibilidad de salir de sus retiros.
La ocurrencia la celebró Larry Holmes, el hombre que abatió a Muhammad Ali en decadencia y que fue vengado por el joven Mike Tyson. Más tarde se unió al corrillo el empresario Carlos Slim, uno de los hombres más ricos de México y gran aficionado al boxeo. Holmes, Durán y Slim se reconocieron y se fundieron en un abrazo fraterno.
Para Mauricio Sulaimán este acto representó el regreso de las actividades colectivas, del contacto de las figuras con la gente. El año pasado la convención se organizó de manera virtual, como un recurso para no interrumpir las reuniones mundiales que se realizan anualmente.
“Hubo mucha preocupación al principio, pero vimos que es tiempo de volvernos a encontrar”, expresó sobre este encuentro en el que los asistentes fueron sometidos a una prueba rápida de detección de Covid y obligados a portar cubrebocas.
“Han sido dos años muy duros para el mundo, pero la industria del boxeo está viva y este es un ejemplo”, finalizó.