Varsovia. “Las personas no deben ser usadas como armas”, advirtió ayer el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, en conversación con el canciller bielorruso, Vladimir Makei, en momentos en que decenas de migrantes fueron detenidos inmediatamente tras cruzar hacia Polonia desde Bielorrusia.
Borrell indicó que habló por teléfono con Makei de la precaria situación humanitaria en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, que supone el límite oriental de la UE.
Según la declaración bielorrusa sobre esta conversación, Makei insistió en que las sanciones contra Bielorrusia son “inútiles y contraproducentes”.
Miles de migrantes procedentes de Medio Oriente acampan en la frontera entre la UE y Bielorrusia, lo que ha provocado tensión en las relaciones entre el bloque y Estados Unidos, por un lado, y Bielorrusia y su aliada Rusia, por otro.
Los occidentales acusan al gobierno de Alexander Lukashenko de organizar de forma deliberada esta crisis, alentando a migrantes a dirigirse a este país y luego trasladarlos hasta la frontera con Polonia.
Bielorrusia rechaza esta acusación y culpa a Occidente. El presidente ruso, Vladimir Putin, también niega los hechos y exhorta a Bruselas a hablar directamente con Minsk.
Ayer, decenas de migrantes fueron detenidos tras cruzar de Bielorrusia hacia Polonia, país que, al igual que Lituania y Letonia, consideran solicitar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) negociaciones de emergencia para controlar el fuerte enfrentamiento migratorio.
La policía indicó en Twitter que 50 migrantes franquearon el sábado la frontera custodiada por fuerzas de la UE y la OTAN, cerca del poblado de Starzyna.
Todos fueron detenidos prácticamente enseguida, señalaron guardias fronterizos. De acuerdo con organizaciones humanitarias, hasta ahora han muerto al menos 10 indocumentados.
Las ONG alertan que la situación está derivando en una crisis humanitaria a medida que las temperaturas caen por debajo de 0 grados Celsius e instan a una desescalada.
En el más grande de los campamentos, cerca del poblado bielorruso de Bruzgi, las autoridades calculan en 2 mil los migrantes, incluidas embarazadas y niños.