Varsovia. El cadáver de un joven sirio fue hallado cerca de la frontera entre Bielorrusia y Polonia, informó ayer la policía polaca, una víctima más de la crisis migratoria y política que se vive en el límite oriental de la Unión Europea.
El cuerpo fue encontrado el viernes en el bosque del lado polaco, cerca de la aldea de Wólka Terechowska, señaló la policía, y añadió que no han podido determinar las causas de esta muerte, que eleva a 11 las personas que han perdido la vida en su intento por llegar a suelo comunitario a través de Bielorrusia, según estimaciones de la prensa polaca.
La policía apuntó que en ese mismo punto “un centenar” de migrantes y solicitantes de asilo intentaron cruzar de nuevo la frontera de manera irregular durante la noche. “Cuando vieron a los policías y a los soldados, las personas que se encontraban del lado bielorruso se escaparon hacia el bosque”, detalló en un comunicado.
Además, un soldado polaco, miembro del contingente desplegado en la frontera para repeler a los migrantes de lado bielorruso, murió luego de que “su arma de servicio se disparó sin participación de terceros”, informaron autoridades castrenses.
El gobierno del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha alentado la inmigración irregular por su frontera hacia Polonia, Lituania y Letonia, miembros del bloque europeo. Las tres naciones refuerzan sus conexiones territoriales –las autoridades polacas con el apoyo del ejército británico– para bloquear una nueva ruta migratoria.
Las guardias polacas no permiten el paso de los migrantes y las autoridades bielorrusas no los dejan regresar, lo que significa que miles de personas han quedado atrapadas en la tierra de nadie a lo largo de las fronteras, cuya peligrosidad aumenta a medida que se acercan las gélidas temperaturas de invierno.
Desde hace meses, los migrantes tratan de cruzar la frontera, pero la crisis dio un nuevo giro el lunes, cuando cientos de personas intentaron pasar juntas y fueron repelidas.
Entre 3 mil y 4 mil migrantes, según las autoridades polacas, están en un campamento improvisado en el lado bielorruso, en su mayoría familias con niños procedentes de Siria, Irak y otras de Medio Oriente, quienes llegan a este punto huyendo de las guerras y la desesperanza ante la posibilidad de llevar una vida mejor en Europa del este.
Los solicitantes de asilo han descrito condiciones infernales en los bosques y en campamentos improvisados, donde cortan ramas para obtener leña y racionan agua para sobrevivir, reportó el diario británico The Guardian. Varios de ellos han sido vejados por los uniformados de ambos países o golpeados por atacantes y ladrones.
Lukashenko ordenó el envío de ayuda inmediata a los niños migrantes atrapados en la frontera bielorrusa con Polonia y propuso transportarlos a centros médicos, pero los refugiados pidieron a las fuerzas apostadas allí que los menores reciban atención primaria directamente en la zona fronteriza.
Las autoridades bielorrusas señalaron que están entregando tiendas y calentadores a las personas bloqueadas, una medida que podría convertir en semipermanente la presencia de migrantes en esta frontera de la Unión Europea.
El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró al canal Vesti: “Quiero que todo el mundo lo sepa: no tenemos nada que ver con eso”, luego de que Polonia y otros países occidentales lo acusaron esta semana de haber orquestado con Lukashenko el envío de migrantes a la frontera, algunos de ellos por vuelos comerciales y hospedajes en hoteles.
“No debemos olvidar de dónde vienen estas crisis asociadas a los migrantes: fueron creadas por los propios países occidentales, incluidos los europeos”, acusó.
Para resolver la crisis, instó a los líderes europeos a hablar con Lukashenko, como, según él, estaba dispuesta a hacer la canciller alemana, Angela Merkel.
En tanto, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, dijo que hay casi 100 mil soldados rusos cerca de la frontera de Ucrania y que los países occidentales han compartido información sobre los movimientos activos de tropas con Kiev.